sábado, diciembre 24, 2005

Los diez personajes que más influyeron en la cultura ‘05

El que sigue es el listado de los diez influyentes del año. Los eligen críticos y analistas de medios o curadores autorizados a opinar sin culpa. Ni buenos o malos..., ni ganadores o perdedores. Esta lista de Página/12 tiene poco que ver con una selección de personajes del año, de esos que figuran en una portada de revista con sus mejores brillos, reunidos algo forzosamente en un ámbito común (un teatro, un estudio de fotos) para autoproclamarse vencedores. Si la tradición local de balances mediáticos impuso que –cerca de fin del año– se premia y se castiga, se recapitula para dar de baja o celebrar un desempeño fuera de serie, el ritual estadounidense (en revistas como Time y GQ) impuso otro modo: influyente fue en 2005 un soldado caído en Irak para la GQ, o Bono, Bill Gates y su esposa –según la Time– con intención de destacar más en función de los efectos provocados por sus actos (antibelicismo/ donaciones) que por una performance que se salió de la media. Como una imitación algo evidente de una moda ajena, éste no es el ranking de lo que no se debería haber dejado de consumir, sino un paneo algo menos homogéneo.
¿Fue significativa la influencia de Damián Szifrón/Fabián Bielinsky por haber acortado la brecha entre cine de autor y cine comercial por primera vez en la Argentina? ¿O la de Felipe Pigna, no por la acusación de plagio que recibió de Amanda Paltrinieri, sino por haber originado (con sus best sellers y el programa Algo habrán hecho) el boom de la historia para masas? Lo que sigue es un conteo: los diez analistas de medios o críticos culturales dicen lo que piensan, opinan de los que consideran influyentes por fuera del cliché, entendidos como un juego de causas y efectos menos unidireccional, más brumoso.

Fabián Bielinsky / Damián Szifrón,
Por Sergio Wolf (crítico de cine, coordinador del área del Rojas, programador del Bafici)

Dirá Sergio Wolf, director del documental No sé que me habrán hecho tus ojos, que con la irrupción de Tiempo de valientes, de Damián Szifrón, y El aura, de Fabián Bielinsky, se acortó por primera vez una brecha entre cine de autor y cine comercial que separaba aguas en la Argentina. “En esos dos casos se produce algo que ocurrió muy pocas veces, o nunca desde los años 50: la elevación del standard de calidad del cine popular argentino. No volverá a ser el mismo después de las películas de Bielinsky y Szifrón.” Sus espectadores –dice– también pueden ver una de Francella, en distintas gamas de misma línea de cine popular argentino. Si existió un modelo anterior más restrictivo, claramente distanciado de los géneros más vistos (acción, thriller) encarnado en el cine de Lucrecia Martel, con Bielinsky y Szifrón se inaugura un nuevo estilo de docencia: “A partir de 2005 hay un techo que implica que se piense a un espectador como espectador –sigue Wolf–, y no como rehén o consumidor, dentro de un cine que amplía los márgenes de gente y colegas a los cuales les gustan estas películas populares. Establecen un puente entre el cine de autor y la estructura de un cine industrial”.

Omar Chabán,
Por Roberto Jacoby (crítico y curador multimedial, sociólogo)

Que no se entienda como una boutade, pide Roberto Jacoby, notable crítico cultural, a su vez elegido en esta encuesta como uno de los diez más influyentes del año. Es que acaba de decidirse por incluir a Omar Chabán en el listado, pensándolo como un condensador que hizo que cambiara para siempre el sistema de reglas del espectáculo local. “Transformó radicalmente la cultura porteña de este último año y modificó los hábitos de salir, los modos de la diversión, hasta los precios de la música. Lo tomo como símbolo condensador; se podría pensar que hasta hizo caer un gobierno”, dice Jacoby. El podría, si quisiera mencionar al autor de un best seller prestigioso, a una figura musical de moda; si de algo podría jactarse es de identificar la moda un minuto antes de que estalle, pionero entre los cazadores de tendencias apadrinando a experimentos del under antes de la consagración. “Pero me parece –sigue– que es más influyente haber desencadenado un conflicto entre Poder Ejecutivo y Judicial, modificar los horarios y formas en que la gente se entretiene a la noche..., haber provocado un cambio social que nos modifica a todos.”

Felipe Pigna,
Por Carlos Ulanovsky y Chavo Fucks (periodistas)

Algunos lo votan porque, dicen, facilitó como ningún otro el acceso a la historia del público masivo, sea a través de sus libros (Los mitos de la historia argentina I y II, con más de 250 mil ejemplares) o de la TV (Algo habrán hecho, con 20 puntos de rating). Otros, en cambio, rescatan su abordaje de los hechos históricos. Eso sí, todos coinciden, ninguno de sus movimientos pasó inadvertido a lo largo del año, sin importar si sobre él –al igual que Jorge Bucay– se levantaron voces de denuncias por plagio. “Es el influyente de este año –dice Ulanovsky–. No sólo porque obtuvo la consideración masiva y esto lo puso en enorme riesgo (de excesiva exposición, de críticas, de desgaste), tampoco por lo cuantioso y sostenido de su producción, sino porque logró meterse en varios recintos de muy difícil acceso. Llegó para quedarse al salón de la fama de los historiadores de la mano de una interpretación de los hechos que no es la más fácil ni la más aceptada, lo cual le generó indisimulables roces con colegas, fastidios académicos, respingos de lo históricamente correcto y hasta debates acerca de su honestidad intelectual.” Diego “Chavo” Fucks señala que el hecho de que Pigna haya popularizado la historia, invalida cualquier juicio en su contra. “Yo escuché muchas críticas contra él en algo que veo como una virtud en su interpretación sobre el pasado, que es que ideologiza la historia. ¿Quién no lo hace? Logró salirse del manual Kapelusz, de las carabelas de Colón hechas con nueces. Uno puede putearlo, no estar de acuerdo en un montón de apreciaciones o formas, pero se trata de un tipo alrededor del cual giró cada uno de los debates sobre historia.”

Jacques Lacan,
Por Germán García (psicoanalista y escritor)

Si en 2005 hubo artículos fuertemente críticos contra el psicoanálisis desde medios como Noticias o La Nación..., si fue el año en que se editó un Libro negro del psicoanálisis, en Francia y se removió el avispero de la cofradía psi... Si además existió un avance notorio en cantidad de consultas en el campo de la terapia cognitiva comportamental (que propone soluciones rápidas a conflictos muy puntuales), el psicoanalista, escritor y crítico cultural Germán García propondrá la vuelta a Jacques Lacan como su influyente del año. ¿Las razones? “Las terapias cognitivas –razona García– en verdad trabajan sobre una serie de malentendidos y obligan a precisar en qué el psicoanálisis es diferente a esta serie de terapias alternativas. Si el que pasó fue el año del ataque al psicoanálisis, rescato la vuelta a la precisó, en vez de seguir la corriente de cualquier cosa que aparezca”.

Roberto Jacoby,
Por Eva Grinstein (crítica y curadora de la Fotogalería del Rojas, mentora de la novedosa Galería del Poste)

La crítica y curadora Eva Grinstein entiende como influyente a un personaje-faro. Será el que abra puertas, señale caminos, irrumpa con lo nuevo para salirse de un estado dado hasta la fecha. Se le aparece un nombre por simple asociación instantánea: Roberto Jacoby, también votante en esta encuesta. “Es un tipo que estuvo este año cerca de lo nuevo, lo que fue surgiendo, y aporta su bagaje de décadas trabajando en el arte, que es lo que los nuevos no tienen.” La combinación entre trayectoria y ojo es, para Grinstein, la clave de la incidencia. Dark room, su muestra en el Malba, convocó a un insólito paseo por la penumbra, donde unos seres misteriosos con máscara y modales acosaban sin violencia... “Dark room –sigue Eva Grinstein– fue de las mejores del año, de las más comentadas. Mucha gente se quedó afuera y mucha entró, generando metadiscurso sobre la obra. Tuvo la inteligencia enorme de generar una obra de la que habló todo el mundo.”

Harold Pinter,
Por Sylvina Walger (periodista y analista de medios)

“Personalmente me inclino a considerar como el principal acontecimiento cultural/político no sólo del año sino de lo que llevamos del siglo, al discurso que pronunció el dramaturgo Harold Pinter –video mediante– ganador del Premio Nobel de Literatura”, dice Sylvina Walger, periodista y crítica de medios. Si bien la consigna era elegir dentro del repertorio de locales, Walger arriesga un nombre internacional por su incidencia en la Argentina. “Fue un llamado de atención a la primera potencia del mundo. En su discurso Pinter desenmascaró la histórica falta de ejemplaridad de los Estados Unidos. Reconoció que las atrocidades ocurridas en la Unión Soviética y en Europa del Este por el comunismo desviaron durante mucho tiempo la investigación de crímenes similares pero cometidos por Estados Unidos. Concluyó –sigue Walger– apuntando a que si los americanos durante la guerra fría actuaron convencidos de que tengan carta blanca para hacer lo que querían, hoy siguen actuando con la misma impunidad con que lo hicieron en aquella época.”

Juan José Saer,
Por Osvaldo Quiroga (periodista y crítico cultural)

Autor de innumerables cuentos, ensayos y novelas (El río sin orillas, Lugar, Las nubes, La ocasión, Unidad de lugar, Cicatrices), el escritor argentino falleció en junio de este año dejando un enorme vacío en la literatura nacional e hispanohablante. De prosa perfeccionista y profunda, se le reconoce la importante influencia que tuvo su narrativa en los escritores argentinos contemporáneos. “La obra de Saer –señala Quiroga– no sólo va a ser leída por la hermandad que tiene con la obra de Juan L. Ortiz, sino que su mayor legado es que va a generar literatura. Su muerte clausura, pero a la vez abre. Es el escritor contemporáneo argentino de mayor nombre. Tanto su obra como su muerte tuvieron una repercusión enorme en los medios, aunque no tanto en la gente. Lamentablemente, Paulo Coelho y Jorge Bucay venden más libros que Saer.” Nunca mejor forma que culminar su obra, dice el crítico, que a través de La grande, la novela póstuma que el escritor dejó en el 2005 y que condensa buena parte de su vida literaria.

Diego Maradona,
Por Cecilia Absatz (periodista, novelista)

En lo personal, dejó definitivamente el pequeño ostracismo en el que estaba viviendo, recuperó el amor de sus hijas y su familia, y logró la utopía de bajar 40 kilos a fuerza de cirugía y una disciplinada dieta a base de sopas y jugos. “Antes que nada –detalla Absatz– recuperó su cuerpo, y el cuerpo es uno de los iconos indiscutibles de la cultura contemporánea. Seguramente, gracias a él, hoy se discute la inclusión del by-pass gástrico en los servicios médicos oficiales y privados.” En lo profesional, aceptó la oportuna propuesta de Macri de sumarse a Boca y con él –y sin Carlos Bianchi– el club de la ribera obtuvo tres títulos en pocos meses. Por si fuera poco, fue el “salvador” de Adrián Suar con La noche del 10, haciendo de esa suerte de ciclo-homenaje el éxito televisivo de la temporada y reviviendo a la pantalla del 13. Pero, según la periodista, la tendencia más interesante que inició Maradona fue la del amor. “A partir de sus declaraciones públicas de amor a su ex esposa –analiza la periodista– rompió esa timidez ancestral que enmudece a los hombres (porteños) cuando se trata de expresar un sentimiento. Ahora todo el mundo está enamorado, y lo dice. Está enamorado Calamaro y Nicolás Repetto y el Ruso Verea y Pablo Echarri y también Birabent...”.

León Ferrari,
Por Luis Alberto Quevedo (sociólogo)

Su Retrospectiva 1954-2004, a fines de 2004 y comienzos de año, con Cristos en tostadoras y Madonna masturbándose frente a una imagen de Cristo, dividió las aguas: los grupos más conservadores de la Iglesia la acusaron de “discriminatoria” y “ofensiva al cristianismo”, mientras la muestra –cierre judicial y reapertura mediante– se convirtió en la más convocante de un único autor en los 25 años de vida del Centro Cultural Recoleta. Fue el único atisbo cultural movilizante que iluminó un año caracterizado por la escasa producción artística. “Mostró –detalla el sociólogo– no sólo su vigencia como artista plástico, sino que puso al arte en un lugar en el que no es fácil encontrar: promoviendo un debate social, movilizando preguntas por la tolerancia y el pluralismo ideológico en nuestro país, poniendo a los espacios públicos como cajas de resonancia de los debates políticos de nuestro tiempo y devolviéndole al arte su función de creación que perturba, provoca y nos hace pensar.”

León Gieco
Por Alicia Entel (analista
de medios, crítica cultural)

“León Gieco es uno de los personajes más influyentes del año –destaca Alicia Entel, crítica cultural y analista de medios– por su sentido de justicia con sencillez.” A la hora de poner el foco en un solo nombre, duda entre Gieco y Andrés Calamaro pero se decide por “el cantante que puso en 2005 en circulación un CD con temas neurálgicos para la actualidad argentina. Cuando visita a Romina Tejerina en Jujuy –sigue– y dice que es en función de la libertad de expresión, está cantando a la justicia y la libertad. Pone en música el profundo problema de la desigualdad en la Argentina. Todo lo hace sin espectacularización, por fuera de ese rasgo tan común en nuestra sociedad que es la simulación de cosas que se proclaman pero en realidad no se hacen”.