sábado, diciembre 24, 2005

María Magdalena: escuela del llanto



Para llorar de verdad, hay que llorar como una Magdalena. A lágrima viva y a los gritos, porque no hay dolor más sincero que el de cargar con una antigua y pública equivocación. Y equivocarse con la carne, se paga con el arte del panegírico. Artistas como Caravaggio han plasmado a una María Magdalena lujosa y libertina, pasando por alto que había asumido la humildad y la oración como renuncia a todo lo mundano. Otros, que la recuerdan al pie de la cruz, la inmortalizaron como bella sufriente. La liturgia católica concentró el poderoso estigma del pecado en una sola mujer. La pobre Magdalena, una vez convertida en emblema de perdición, ya nunca pudo ser feliz, hasta tal punto que, como todos han visto en películas y estampas, supo sufrir por la muerte de Cristo más que cualquier apóstol. Aunque se haya arrepentido, aunque haya recibido nada menos que el perdón del hijo de Dios, aunque haya sido la elegida para dar testimonio del resucitado, Magdalena, por los siglos de los siglos, pasa de boca en boca como una ex prostituta que llora.

Tal vez se enamoró de Cristo, no se le conoce marido. Hay un femenino error que en esta Tierra no tiene redención, dijo a través de ella la Iglesia. ¿Cuál es ese error, enamorarse del mejor o haber vendido el cuerpo? Ambas hipótesis quedan suspendidas en la imaginación de los fieles que desde niños van recibiendo a dentelladas alusiones a esta mujer que fue noble pero tarde. Y a pesar de que sus apariciones en el Nuevo Testamento son mínimas, y de que no hay razones para identificar a esta amiga de Jesús con la pecadora homónima que aparece en otro episodio bíblico, ella sigue siendo la prostituta más famosa de la historia. O como dice la investigadora Lynn Picknett, autora de La revelación de los templarios, inspirador del Código Da Vinci: María Magdalena es una “marca registrada”: una figura que, como veremos, más que adoptada fue astutamente inventada por sucesivas generaciones de falsificadores, tanto que su solo nombre terminó por convertirse en sinónimo de una profunda emoción: la vergüenza.

María Magdalena: ama de casa

Ahora puede ella dejar de revolverse en su tumba, ya sea en la de Francia o en la de Turquía, para no quitar turismo a estos dos centros que desde la Edad Media se la disputan y que durante estos últimos años han vivido gracias a sus reliquias. Leyenda o verdad histórica, poco importa. Cada vez tiene más valor de venta la conjetura. Comenzado el siglo XXI, Magdalena deja de llorar gracias a sus amigos editores, investigadores y novelistas. Y se invierten los papeles, ahora es ella la que hace ganar dinero a quienes la visitan. A partir de Dan Brown, Magdalena se ha secado las lágrimas para sentarse a la derecha de su marido en la última cena, cuidar su descendencia, comandar la Iglesia, ayudar a su esposo a escapar con vida de la cruz, redactar un Evangelio, hacer la comida. En lo que va del año, han aparecido en español unos 20 libros de ficción, de investigaciones esotéricas, de respuesta al Código Da Vinci y de continuación del mismo. En todos, María Magdalena deja de ser lo que era. Los títulos que sin pausa ven agotar sus ediciones y que se exponen en su mayoría en las góndolas de supermercados locales dan un panorama: El complot de María Magdalena, El Santo Grial de María Magdalena, La elegida, El Evangelio de María Magdalena, La hermandad de la sábana santa, El legado perdido de María Magdalena: nuevas revelaciones sobre la esposa de Cristo.

Por su parte, la bibliografía en inglés supera el centenar. Si bien las historias que adjudican a Jesús un matrimonio, o una última tentación como quiso Scorsese datan de muchos siglos atrás, es ahora cuando todo coincide para alentar el consumo de estas versiones. El interés por revisar y discutir las historias sacras sucede en un mundo que no se resigna a la pérdida de sus emblemas. Sin izquierdas ni derechas definidas en los Parlamentos occidentales, sin una fe que ampare a los enfermos de las nuevas enfermedades, los flamantes individuos –productores, intermediarios, consumidores– buscan a manotazos en el arcón de los recuerdos. La atomización deja en evidencia aquel desarraigo que antes era capaz de calmar la religión. Ahora también puede calmarlo. Pero como corresponde a la era del delivery y del marketing, tendrá que ser una religión hecha a medida. Una mirada decididamente new age y con un barniz de malentendido feminismo –recordemos que Dan Brown afirma que “Jesús fue el primer feminista” porque incluyó a Magdalena en sus planes–, esta reescritura de la historia sagrada no es más que el afán de congraciarse con la sensibilidad secular moderna. En el camino los autores se cargan también a la investigación histórica, la constatación de hipótesis, las bibliotecas. Tal vez tenga razón el historiador y sociólogo americano Philip Jenkins: el éxito de este producto es sólo una prueba más de que el anticatolicismo es el “último prejuicio aceptable”. El prejuicio de la seriedad y del compromiso del trabajo intelectual también avala esta literatura. El Código Da Vinci, por ejemplo, basa su verosimilitud en información provista por documentos, como los dossiers secretos, entre otros, que son falsificaciones probadas.

Es palabra de Dios

Según los Evangelios, la mujer en cuestión se llamaba María –el apelativo “Magdalena” significa “de Magdala”, ciudad que ha sido identificada con la actual Taricheai, al norte de Tiberíades, junto al lago de Galilea–. Aunque aparece nombrada unas contadas veces, se le ha reservado un rol particularmente protagónico: es la segunda persona que los Evangelios destacan arrodillada a los pies de la cruz –recordamos que los apóstoles habían huido por miedo a sufrir la misma suerte de su maestro–, es la que enfrenta a los guardias y va a verlo a su tumba. En este punto es la elegida –como otras mujeres que actúan en la Pasión– por las circunstancias genéricas que permitían a un ser insignificante hacer escándalos, llorar, implorar o hasta acercar un santo sudario. En fin, fue la persona elegida para dar testimonio del hecho capital de la religión cristiana: la capacidad de Cristo de morir y de resucitar. La confusión que le adjudicó durante tantos años la profesión de prostituta se basa en que en el Nuevo Testamento el nombre de María aparece mencionado para referirse a tres mujeres diferentes: a la amiga de Jesús se le superpuso la pecadora de quien Cristo extrajo siete demonios, la mujer de larga cabellera que lavó los pies del Maestro, y María, la hermana de Marta y Lázaro, que no es de Magdala sino de Betania y que siempre está sentada a sus pies, leyendo o escuchando sus parábolas.

Es significativo pero la alusión a la ocupación de prostituta no se encuentra en la lectura de los Evangelios, parece haber sido un agregado posterior. Luego de graves discusiones, en las últimas décadas la Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las tres mujeres y en la liturgia ya no se hace referencia –a partir del Concilio– a los pecados de María Magdalena o a su condición de “Santa penitente”, ni a la posibilidad de que fuera la hermana de Lázaro. Esto no impide que su estampita proteja los prostíbulos y que aquel acto de lavar los pies con sus propios cabellos y aguas olorosas, retomado por tantos pintores del Renacimiento, la mantenga como una de las santas favoritas de peluqueros y perfumistas. En fin, el no haber sido ni pecadora “adúltera” ni “prostituta” le ha dado en estos últimos días pasaporte para una reivindicación. Y entonces ella no es sólo ella sino la respuesta a una Iglesia que no dio cabida a las mujeres en el escalafón del poder, a la Iglesia que regatea métodos de planificación familiar, a la imaginación reprimida que quisiera ver a los perdedores coronados de laureles.

María Magdalena: piedra de la venganza

Lynn Picknett dedica su último libro Magdalena, la diosa prohibida del cristianismo a todos aquellos que sufrieron a causa de la Iglesia. Desarrolla la hipótesis de que María Magdalena fue la piedra angular sobre la que se construyó la religión cristiana y para eso –dice– descifra la gematría, un código que convierte ciertas frases en números sagrados. Pero mucho más interesante resulta el primer capítulo dedicado a las que estuvieron sufriendo por la Iglesia hasta hace muy pocos días: las célebres Lavanderas Magdalenas de Irlanda. Un escándalo que se destapó en 1994 cuando fueron desenterrados los cuerpos de mujeres que muy avanzado el siglo XX fueron obligadas a trabajar como esclavas por ser consideradas “Magdas”, perdidas. El escándalo fue –y sigue siendo– mayúsculo, a tal punto que la Unesco ha destacado la lesa humanidad de estos crímenes.

En el Stephen’s Green de Dublín hay una placa de metal que dice: “A las mujeres que trabajaron en las lavanderías de Magdalenas y a sus hijos. Reflexionad aquí sobre su vida”. La placa se completa con una multitud de cabezas sin rostros. Es el recordatorio para aquellas 175 mujeres que descansan en una fosa común de las orillas del cementerio de Glasnevin, en Irlanda. El primer nombre de la lápida gris data de 1858, y el último de 1994. La historia podría haberse mantenido en secreto de no haber sido porque en los años ’90 las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad, administradoras de la lavandería de Magdalenas de ese convento, vendieron el camposanto, de 5 hectáreas de extensión, en casi un millón de libras esterlinas. Quisieron entregarlo con una buena cantidad de plazas y decidieron limpiarlo de cadáveres inconvenientes. Este acto de suprema codicia dejó al descubierto dos siglos de torturas. La exhumación de los cuerpos originó toda una investigación –la década del ’90 hizo frente a las incómodas realidades tal vez con la premisa de iniciar un nuevo milenio con las manos limpias–. Cuenta la autora que desde el siglo XIX se acostumbraba recluir a las Maggies por considerárselas “deshonradas” (embarazadas, o por relaciones sexuales fuera del matrimonio), o simplemente “en riesgo moral” –lo que podría significar tan sólo hacer planes matrimoniales con un protestante o ir mucho al cine con un chico–, o víctimas de cualquier otro motivo, real o imaginario, denunciado por el cura local cuya palabra funcionaba como ultima ratio. Sin que importaran súplicas personales o de los familiares, una mujer a la que se juzgaba “perdida” o inclusive pasible de caer en desgracia, terminaba invariablemente como Maggie. Las jóvenes fueron explotadas, torturadas y despojadas de sus hijos, que fueron entregados en adopción, vendidos a matrimonios de estadounidenses ricos a cambio de alguna suma de dinero, trasladados a un orfanato vecino, cuyo acceso estaba prohibido a las madres. “Aquí no estamos de vacaciones”, dice una superiora en Sinners –el programa que hizo la BBC basado en el caso de las magdalenas irlandesas de los años ’60–. La búsqueda de restos de los familiares demostró que las monjas les cambiaban el nombre, técnica habitual del esclavismo, primera de una serie de rudas tácticas destinadas a vencerlas mental y espiritualmente para que aceptaran que eran parias sin derechos. Algunas sobrevivientes recordaron que las monjas recorrían el sitio recitando oraciones a las que las Magdalenas debían responder a la manera tradicional de la misa. Si no lo hacían o desobedecían cualquier otra de las múltiples reglas del lugar, recibían un castigo severo, golpes con palos o cinturones, tortura en varias formas, incluida la aplicación de hierros calentados al vapor o al fuego, hambre e interminables humillaciones. Si el último hospicio británico cerró tras la aparición del Estado Benefactor en la posguerra, las lavanderías de las Magdalenas funcionaron hasta hace muy pocos años. Toda la investigación sobre aquella mujer que dio nombre a las lavanderas pretende, por elevación, denunciar y vengar un estigma que persiste.

María Magdalena: la gran estafa

Entre las ficciones más vendidas figura El complot de María Magdalena de Gerald Messadié, ensayista francés experto en ensamblar asuntos religiosos y políticos con fantasía. Es autor, para darse una idea, de La señora de Sócrates y de El hombre que se convirtió en Dios. En esta novela María Magdalena no es una simple esposa sino la instigadora de un complot para salvar a Jesús de la muerte. Soborna a los soldados, consigue sacar a su esposo de la cruz unos segundos antes de la asfixia y luego, cuando la vemos gritar ante el santo sepulcro que el cuerpo ha desaparecido aun sin que nadie corriera la pesada piedra que lo guardaba, en realidad se encuentra representando parte del plan urdido de antemano. El plan es perfecto: un hombre santo reaparece de pronto con el aura de haber vencido a la muerte. Messadié encubre esta ficción con una descripción erudita de los enfrentamientos entre sacerdotes, zelotes, profetas y apóstoles. Mientras tanto, la literatura local ha hecho su aporte al mundo magdalena al destacar como segunda finalista del Premio Planeta la novela de Omar Ramos: La elegida. Historia de la hija de Jesús y María Magdalena. La trama se postula como secuela del Código que ya anunciaba la existencia de Sara, la hija del santo matrimonio: “María Magdalena estaba encinta en el momento de la crucifixión. Para garantizar la seguridad de la hija, no tuvo otro remedio que huir de Tierra Santa... Y fue aquí, en Francia, donde dio a luz a su hija, que se llamó Sara”. Más adelante, el libro sostiene que esta unión dio origen a una descendencia que aún se conserva entre prominentes familias, que la Iglesia Católica lo sabe y que lo ha ocultado durante siglos hasta llegar a asesinar a algunos descendientes de Cristo para proteger el secreto. En la historia que propone el autor argentino, un joven bibliotecario se encuentra en los sótanos de una biblioteca florentina con el Evangelio que cuenta la vida de Sara, hija de Jesús y María Magdalena. El relato que tiene un pie en el 2005 deambula por los hitos clave de la Pasión, intentando dar una lectura particular a efectos de contribuir al misterio de esta hija perdida. Tan poderosa que su voz puede influir sobre el corazón del joven investigador.

Amén

¿Cambiará la historia de la humanidad cuando todos estos libros nos convenzan de que hubo un mundo subterráneo a imagen y semejanza del masculino, pero hecho por mujeres silenciadas? Ya no como tragedia, la relectura de los textos antiguos no provocará un Cisma. Como farsa, el consumidor quedará satisfecho. La invocación de su nombre siempre parece haber respondido a una intención desviada: para mostrar un dios humano, para señalar la debilidad femenina, para denunciar opresiones, para ganar dinero, para matar el tiempo.

Atractiva y poderosa, María Magdalena también resistirá a estas tentaciones. Como decía Marguerite Yourcenar, una poeta-historiadora que se fijó en Magdalena y sus amores terrenos antes que Dan Brown: “Y María se fue por el sendero que no lleva a ninguna parte como mujer a quien no le importa que se acaben los caminos ya que conoce el modo de andar por el cielo”.

Los diez personajes que más influyeron en la cultura ‘05

El que sigue es el listado de los diez influyentes del año. Los eligen críticos y analistas de medios o curadores autorizados a opinar sin culpa. Ni buenos o malos..., ni ganadores o perdedores. Esta lista de Página/12 tiene poco que ver con una selección de personajes del año, de esos que figuran en una portada de revista con sus mejores brillos, reunidos algo forzosamente en un ámbito común (un teatro, un estudio de fotos) para autoproclamarse vencedores. Si la tradición local de balances mediáticos impuso que –cerca de fin del año– se premia y se castiga, se recapitula para dar de baja o celebrar un desempeño fuera de serie, el ritual estadounidense (en revistas como Time y GQ) impuso otro modo: influyente fue en 2005 un soldado caído en Irak para la GQ, o Bono, Bill Gates y su esposa –según la Time– con intención de destacar más en función de los efectos provocados por sus actos (antibelicismo/ donaciones) que por una performance que se salió de la media. Como una imitación algo evidente de una moda ajena, éste no es el ranking de lo que no se debería haber dejado de consumir, sino un paneo algo menos homogéneo.
¿Fue significativa la influencia de Damián Szifrón/Fabián Bielinsky por haber acortado la brecha entre cine de autor y cine comercial por primera vez en la Argentina? ¿O la de Felipe Pigna, no por la acusación de plagio que recibió de Amanda Paltrinieri, sino por haber originado (con sus best sellers y el programa Algo habrán hecho) el boom de la historia para masas? Lo que sigue es un conteo: los diez analistas de medios o críticos culturales dicen lo que piensan, opinan de los que consideran influyentes por fuera del cliché, entendidos como un juego de causas y efectos menos unidireccional, más brumoso.

Fabián Bielinsky / Damián Szifrón,
Por Sergio Wolf (crítico de cine, coordinador del área del Rojas, programador del Bafici)

Dirá Sergio Wolf, director del documental No sé que me habrán hecho tus ojos, que con la irrupción de Tiempo de valientes, de Damián Szifrón, y El aura, de Fabián Bielinsky, se acortó por primera vez una brecha entre cine de autor y cine comercial que separaba aguas en la Argentina. “En esos dos casos se produce algo que ocurrió muy pocas veces, o nunca desde los años 50: la elevación del standard de calidad del cine popular argentino. No volverá a ser el mismo después de las películas de Bielinsky y Szifrón.” Sus espectadores –dice– también pueden ver una de Francella, en distintas gamas de misma línea de cine popular argentino. Si existió un modelo anterior más restrictivo, claramente distanciado de los géneros más vistos (acción, thriller) encarnado en el cine de Lucrecia Martel, con Bielinsky y Szifrón se inaugura un nuevo estilo de docencia: “A partir de 2005 hay un techo que implica que se piense a un espectador como espectador –sigue Wolf–, y no como rehén o consumidor, dentro de un cine que amplía los márgenes de gente y colegas a los cuales les gustan estas películas populares. Establecen un puente entre el cine de autor y la estructura de un cine industrial”.

Omar Chabán,
Por Roberto Jacoby (crítico y curador multimedial, sociólogo)

Que no se entienda como una boutade, pide Roberto Jacoby, notable crítico cultural, a su vez elegido en esta encuesta como uno de los diez más influyentes del año. Es que acaba de decidirse por incluir a Omar Chabán en el listado, pensándolo como un condensador que hizo que cambiara para siempre el sistema de reglas del espectáculo local. “Transformó radicalmente la cultura porteña de este último año y modificó los hábitos de salir, los modos de la diversión, hasta los precios de la música. Lo tomo como símbolo condensador; se podría pensar que hasta hizo caer un gobierno”, dice Jacoby. El podría, si quisiera mencionar al autor de un best seller prestigioso, a una figura musical de moda; si de algo podría jactarse es de identificar la moda un minuto antes de que estalle, pionero entre los cazadores de tendencias apadrinando a experimentos del under antes de la consagración. “Pero me parece –sigue– que es más influyente haber desencadenado un conflicto entre Poder Ejecutivo y Judicial, modificar los horarios y formas en que la gente se entretiene a la noche..., haber provocado un cambio social que nos modifica a todos.”

Felipe Pigna,
Por Carlos Ulanovsky y Chavo Fucks (periodistas)

Algunos lo votan porque, dicen, facilitó como ningún otro el acceso a la historia del público masivo, sea a través de sus libros (Los mitos de la historia argentina I y II, con más de 250 mil ejemplares) o de la TV (Algo habrán hecho, con 20 puntos de rating). Otros, en cambio, rescatan su abordaje de los hechos históricos. Eso sí, todos coinciden, ninguno de sus movimientos pasó inadvertido a lo largo del año, sin importar si sobre él –al igual que Jorge Bucay– se levantaron voces de denuncias por plagio. “Es el influyente de este año –dice Ulanovsky–. No sólo porque obtuvo la consideración masiva y esto lo puso en enorme riesgo (de excesiva exposición, de críticas, de desgaste), tampoco por lo cuantioso y sostenido de su producción, sino porque logró meterse en varios recintos de muy difícil acceso. Llegó para quedarse al salón de la fama de los historiadores de la mano de una interpretación de los hechos que no es la más fácil ni la más aceptada, lo cual le generó indisimulables roces con colegas, fastidios académicos, respingos de lo históricamente correcto y hasta debates acerca de su honestidad intelectual.” Diego “Chavo” Fucks señala que el hecho de que Pigna haya popularizado la historia, invalida cualquier juicio en su contra. “Yo escuché muchas críticas contra él en algo que veo como una virtud en su interpretación sobre el pasado, que es que ideologiza la historia. ¿Quién no lo hace? Logró salirse del manual Kapelusz, de las carabelas de Colón hechas con nueces. Uno puede putearlo, no estar de acuerdo en un montón de apreciaciones o formas, pero se trata de un tipo alrededor del cual giró cada uno de los debates sobre historia.”

Jacques Lacan,
Por Germán García (psicoanalista y escritor)

Si en 2005 hubo artículos fuertemente críticos contra el psicoanálisis desde medios como Noticias o La Nación..., si fue el año en que se editó un Libro negro del psicoanálisis, en Francia y se removió el avispero de la cofradía psi... Si además existió un avance notorio en cantidad de consultas en el campo de la terapia cognitiva comportamental (que propone soluciones rápidas a conflictos muy puntuales), el psicoanalista, escritor y crítico cultural Germán García propondrá la vuelta a Jacques Lacan como su influyente del año. ¿Las razones? “Las terapias cognitivas –razona García– en verdad trabajan sobre una serie de malentendidos y obligan a precisar en qué el psicoanálisis es diferente a esta serie de terapias alternativas. Si el que pasó fue el año del ataque al psicoanálisis, rescato la vuelta a la precisó, en vez de seguir la corriente de cualquier cosa que aparezca”.

Roberto Jacoby,
Por Eva Grinstein (crítica y curadora de la Fotogalería del Rojas, mentora de la novedosa Galería del Poste)

La crítica y curadora Eva Grinstein entiende como influyente a un personaje-faro. Será el que abra puertas, señale caminos, irrumpa con lo nuevo para salirse de un estado dado hasta la fecha. Se le aparece un nombre por simple asociación instantánea: Roberto Jacoby, también votante en esta encuesta. “Es un tipo que estuvo este año cerca de lo nuevo, lo que fue surgiendo, y aporta su bagaje de décadas trabajando en el arte, que es lo que los nuevos no tienen.” La combinación entre trayectoria y ojo es, para Grinstein, la clave de la incidencia. Dark room, su muestra en el Malba, convocó a un insólito paseo por la penumbra, donde unos seres misteriosos con máscara y modales acosaban sin violencia... “Dark room –sigue Eva Grinstein– fue de las mejores del año, de las más comentadas. Mucha gente se quedó afuera y mucha entró, generando metadiscurso sobre la obra. Tuvo la inteligencia enorme de generar una obra de la que habló todo el mundo.”

Harold Pinter,
Por Sylvina Walger (periodista y analista de medios)

“Personalmente me inclino a considerar como el principal acontecimiento cultural/político no sólo del año sino de lo que llevamos del siglo, al discurso que pronunció el dramaturgo Harold Pinter –video mediante– ganador del Premio Nobel de Literatura”, dice Sylvina Walger, periodista y crítica de medios. Si bien la consigna era elegir dentro del repertorio de locales, Walger arriesga un nombre internacional por su incidencia en la Argentina. “Fue un llamado de atención a la primera potencia del mundo. En su discurso Pinter desenmascaró la histórica falta de ejemplaridad de los Estados Unidos. Reconoció que las atrocidades ocurridas en la Unión Soviética y en Europa del Este por el comunismo desviaron durante mucho tiempo la investigación de crímenes similares pero cometidos por Estados Unidos. Concluyó –sigue Walger– apuntando a que si los americanos durante la guerra fría actuaron convencidos de que tengan carta blanca para hacer lo que querían, hoy siguen actuando con la misma impunidad con que lo hicieron en aquella época.”

Juan José Saer,
Por Osvaldo Quiroga (periodista y crítico cultural)

Autor de innumerables cuentos, ensayos y novelas (El río sin orillas, Lugar, Las nubes, La ocasión, Unidad de lugar, Cicatrices), el escritor argentino falleció en junio de este año dejando un enorme vacío en la literatura nacional e hispanohablante. De prosa perfeccionista y profunda, se le reconoce la importante influencia que tuvo su narrativa en los escritores argentinos contemporáneos. “La obra de Saer –señala Quiroga– no sólo va a ser leída por la hermandad que tiene con la obra de Juan L. Ortiz, sino que su mayor legado es que va a generar literatura. Su muerte clausura, pero a la vez abre. Es el escritor contemporáneo argentino de mayor nombre. Tanto su obra como su muerte tuvieron una repercusión enorme en los medios, aunque no tanto en la gente. Lamentablemente, Paulo Coelho y Jorge Bucay venden más libros que Saer.” Nunca mejor forma que culminar su obra, dice el crítico, que a través de La grande, la novela póstuma que el escritor dejó en el 2005 y que condensa buena parte de su vida literaria.

Diego Maradona,
Por Cecilia Absatz (periodista, novelista)

En lo personal, dejó definitivamente el pequeño ostracismo en el que estaba viviendo, recuperó el amor de sus hijas y su familia, y logró la utopía de bajar 40 kilos a fuerza de cirugía y una disciplinada dieta a base de sopas y jugos. “Antes que nada –detalla Absatz– recuperó su cuerpo, y el cuerpo es uno de los iconos indiscutibles de la cultura contemporánea. Seguramente, gracias a él, hoy se discute la inclusión del by-pass gástrico en los servicios médicos oficiales y privados.” En lo profesional, aceptó la oportuna propuesta de Macri de sumarse a Boca y con él –y sin Carlos Bianchi– el club de la ribera obtuvo tres títulos en pocos meses. Por si fuera poco, fue el “salvador” de Adrián Suar con La noche del 10, haciendo de esa suerte de ciclo-homenaje el éxito televisivo de la temporada y reviviendo a la pantalla del 13. Pero, según la periodista, la tendencia más interesante que inició Maradona fue la del amor. “A partir de sus declaraciones públicas de amor a su ex esposa –analiza la periodista– rompió esa timidez ancestral que enmudece a los hombres (porteños) cuando se trata de expresar un sentimiento. Ahora todo el mundo está enamorado, y lo dice. Está enamorado Calamaro y Nicolás Repetto y el Ruso Verea y Pablo Echarri y también Birabent...”.

León Ferrari,
Por Luis Alberto Quevedo (sociólogo)

Su Retrospectiva 1954-2004, a fines de 2004 y comienzos de año, con Cristos en tostadoras y Madonna masturbándose frente a una imagen de Cristo, dividió las aguas: los grupos más conservadores de la Iglesia la acusaron de “discriminatoria” y “ofensiva al cristianismo”, mientras la muestra –cierre judicial y reapertura mediante– se convirtió en la más convocante de un único autor en los 25 años de vida del Centro Cultural Recoleta. Fue el único atisbo cultural movilizante que iluminó un año caracterizado por la escasa producción artística. “Mostró –detalla el sociólogo– no sólo su vigencia como artista plástico, sino que puso al arte en un lugar en el que no es fácil encontrar: promoviendo un debate social, movilizando preguntas por la tolerancia y el pluralismo ideológico en nuestro país, poniendo a los espacios públicos como cajas de resonancia de los debates políticos de nuestro tiempo y devolviéndole al arte su función de creación que perturba, provoca y nos hace pensar.”

León Gieco
Por Alicia Entel (analista
de medios, crítica cultural)

“León Gieco es uno de los personajes más influyentes del año –destaca Alicia Entel, crítica cultural y analista de medios– por su sentido de justicia con sencillez.” A la hora de poner el foco en un solo nombre, duda entre Gieco y Andrés Calamaro pero se decide por “el cantante que puso en 2005 en circulación un CD con temas neurálgicos para la actualidad argentina. Cuando visita a Romina Tejerina en Jujuy –sigue– y dice que es en función de la libertad de expresión, está cantando a la justicia y la libertad. Pone en música el profundo problema de la desigualdad en la Argentina. Todo lo hace sin espectacularización, por fuera de ese rasgo tan común en nuestra sociedad que es la simulación de cosas que se proclaman pero en realidad no se hacen”.

viernes, diciembre 23, 2005

Superman. Homo Eroticus ¿de Izquierda o de Derecha?

La nota puede dividirse en dos partes. Una se vincula con el personaje de ficción y su “tendencia política”. La otra atañe al protagonista de "Superman returns" y sus atributos sexuales.

Superman y la política

Una discusión generada en el seno del Parlament a raíz de una propuesta de resolución sobre el estatuto de los trabajadores terminó derivando en una curiosa polémica sobre las inclinaciones políticas de Superman, dice El diario 20 Minutos de España en su edición de hoy.

Miralles, que defendía que Superman es de "derechas", le entregó al diputado de CiU, quien consideraba al citado superhéroe "de centro", un dossier justificando su consideración.
El dossier, titulado "¿Por qué Superman es de derechas?" retrata al superhéroe como un "ente superior y transcendente que llega al mundo para salvar una humanidad considerada incapaz de hacer frente colectivamente a sus necesidades, derechos y retos".

Superman Supermacho

Los productores de 'Superman returns' se plantean usar efectos digitales para disimular los atributos sexuales del protagonista. El caso es que el atlético Brandon Rough, seleccionado para interpretar al Hombre de Acero, llena demasiado las mallas, concretamente la zona del calzón, y dota a la estampa del superhéroe de unos volúmenes tan exagerados, según los ejecutivos de la película, que podrían distraer la atención de los espectadores.

Notas relacionadas

¿Quién es?




La cara femenina de los hombres

Veinte hombres se confiesan

No todos los hombres reconocen tener un lado femenino, aunque los 20 encuestados por Magazine sí lo confiesan. El estereotipo de hombre rudo y varonil que trae el jornal a casa ya no se corresponde con la realidad: los varones piden baja por paternidad, usan cosméticos y ya no ocultan sus sentimientos.

El bailaor Joaquín Cortés encubre su lado femenino y confiesa que se ha criado en un entorno muy machista.


Usted se califica a sí mismo de machista.

—La cultura gitana es machista. Yo no me lo he inventado.

—¿Qué entiende por machista?

—Pues moro.

—¿Y qué entiende por moro?

—El hombre que domina a la mujer, la tiene en un segundo plano, impide su independencia... Mi lado machista está ahí, lo he mamado y no lo puedo borrar de la noche a la mañana. Yo nunca me he metido en la cocina ni he puesto la mesa porque en casa eso lo hacían las mujeres... Entiendo que la mujer ha llegado al siglo XXI sin los tabúes de antaño, pero una cosa es hablar y otra hacer. Mentiría si me diera el pego de moderno y ahora dijera que soy feminista. ¡Si no sé freír un huevo! Tengo buenas intenciones, eso sí. Creo que poco a poco cambiaré.

Quien así hablaba, en una entrevista concedida a El Mundo, era Joaquín Cortés. El artista nos prestó, sin saberlo, una magnífica imagen para el propósito de este reportaje: descubrir si los varones españoles, como él, están cambiando. Si se están introduciendo en territorios que hasta ahora eran exclusivos de las féminas. Si al tiempo que la mujer ha invadido sus dominios —el laboral, por ejemplo—, ellos han hecho también incursiones de conquista en las regiones que teóricamente correspondían a la mujer.

Un vistazo al diccionario. Masculino: "Varonil, enérgico". Femenino: "Que posee los rasgos de la feminidad. Débil, endeble". Éstas son las únicas aclaraciones que ofrece la Real Academia de la Lengua sobre lo que, supuestamente, distingue a los 21.285.247 españoles de las 21.912.437 españolas… más allá del sexo. Pero luego, si uno se interesa en buscar la voz "feminidad", de esos rasgos que la caracterizan no se dice nada, mientras que por varonil, en una de sus acepciones, se entiende "esforzado, valeroso y firme".

Defensores de su lado femenino

Una cuestión educacional, biológica, sensitiva... Estos 20 conocidos encuestados descubren y explican a Magazine qué aprecian más de esa vertiente, cómo se manifiesta en ellos, y las ventajas que tiene a la hora de las relaciones sociales.

El talento
Santiago Álvarez de Mon

Experto en gestión empresarial y profesor del IESE, ha escrito, entre otros libros, “La lógica del corazón”.
“No tengo ninguna vergüenza de mi lado femenino sintiéndome y sabiéndome hombre. Cuando reivindico una empresa sensible, placentera, donde el capital humano pueda descorchar su talento, eso no sé si será mi lado femenino –porque creo que sería injusto atribuírselo en exclusiva a la mujer–, pero probablemente esté actuando la parte de mi cerebro más empática, y espero que se haya nutrido de las mujeres con las que me he relacionado”.

Sensibilidad
Sergi Arola
Restaurador.
“El que diga que no tiene lado femenino es un orangután. Desgraciadamente la sociedad en la que nos hemos criado nos lleva a contemplar valores que se pretende que implican ‘debilidad’ como femeninos, cuando son valores humanos. Si el hecho de tener sensibilidad estética o de que quiera estar con mis hijas, si eso es femenino, pues entonces sí lo soy. Pero pienso que si queremos avanzar tenemos que identificar estas cosas como valores humanos, no femeninos o masculinos. Es muy injusto tanto por parte de la mujer que se los apropia como del hombre que los tacha de debilidad”.

La intuición
David F. Cantero
Presenta el telediario de fin de semana en TVE y acaba de publicar su primera novela, “Amantea” (RBA).
“Afortunadamente tengo lado femenino. No es nada incompatible con la masculinidad. Es algo difícil de explicar, es un añadido, una posibilidad más, una facultad extra y muy femenina a la hora de observar el mundo, de afrontar la vida, la paternidad, el amor, el sexo. Tal vez se nota en una mayor intuición, en una carga añadida de sagacidad, en un particular toque a la hora de emplear la inteligencia, el sentido común. Siempre he pensado que las mujeres son superiores”.

La ternura
Eudald Carbonell

Codirector del proyecto Atapuerca.
“Por supuesto que tengo esa parte. La forma de ser del macho deriva de la forma en que te educa la hembra, como madre, y la abuela como la madre de las madres. Lo femenino se manifiesta cuando mantenemos nuestra capacidad de entender lo que nos rodea de manera abierta. En la capacidad de generar ternura en la especie. En la voluntad de entender que la complementariedad sexual es posible porque los machos tenemos un lado femenino y las hembras un lado masculino”.

Creatividad
Pablo Carbonell

Cantante y actor. Este mes estrena en el teatro Lara de Madrid “La curva de la felicidad”.
“Es mi lado creativo, sensible, solitario, ‘sureño’. Mi lado masculino, en cambio, es limpiar la casa, hacer la comida; soy muy ‘maruja’, pero eso es lo que entiendo como mi lado masculino, no femenino. Por ejemplo, cocinar es ahora cosa de hombres, las mujeres no se dan cuenta de lo que han perdido. En general, en todos esos problemas que piensas que puedes solucionar con ternura, ese creo que es mi lado femenino”.

Humanidad
Fernando Colomo Director de cine y guionista.
“Algunos tienen una tendencia a ocultar su parte femenina, a ser muy duros, que es algo que se aplica erróneamente al lado masculino, cuando hay mujeres muchísimo más duras. Pero ese lado femenino es casi más humano. Parece que el hombre está destinado a producir y la mujer a soportar las situaciones, al papel de víctima, en cierto sentido, a ser más constante... Pienso que a veces es una limitación ver ciertos temas desde una sola perspectiva. Y en lo familiar, también saco mi lado femenino, aunque no me dejen cocinar porque dicen que ensucio mucho la cocina...”.

Ser persona
Pau Donés Cantante, líder de Jarabe de Palo.
“No sé si lo tengo o no. Pero es que hablando de mujeres y de hombres estamos hablando de personas. Con rasgos diferentes, pero que seguro que se encuentran, que tienen algo en común. Y eso sí, creo que los roles han cambiado muchísimo. Cada vez somos más personas y tenemos necesidad de realizarnos como tales. Lo que nos hace hombres y mujeres son una serie de rasgos físicos, componentes hormonales y quizá una cierta organización mental más o menos diferente. ¿Qué puede ser en mi caso? ¿Que me guste darle un beso a un amigo mío? Yo creo que eso no es femenino, es una demostración de cariño, como persona”.

Su mundo
Jorge Drexler
Cantautor.
“Todos los hombres tenemos un lado femenino. Está en cada uno querer verlo o no. A mí me interesa ver el mío; me interesa como contrapeso a mi masculinidad. No me gustan las generalizaciones ni los estereotipos en general. Tiendo a desconfiar de características exclusivas de tal o cual género, aparte de las biológicas, claro está. Pero he escuchado decir muchas veces que mis canciones y mi estilo interpretativo tienen un lado femenino. No lo sé. Me interesan mucho las mujeres, con su mundo cíclico, en fase con el planeta”.

El diálogo
Iván Espinosa de los Monteros

Responsable de Desarrollo de RocíoMonasterio Asociados. Economista.
“No soy políticamente muy correcto, así que diría que no, aunque sí he adquirido alguna cualidad que yo veo como femenina... Lo que sí he aprendido, trabajando con mujeres, es a no restringir la relación comercial, de diálogo, que se establece en el terreno de lo profesional a una pura transacción, a profundizar en la relación personal. Me parece que las mujeres inciden en eso y sacan mayor provecho. En lo personal, el equilibrio entre familia y trabajo lo hemos buscado más desde que mi pareja y yo trabajamos juntos”.

Su visión
Carlos Goñi Zubieta
Doctor en Filosofía y escritor. Autor de “Alma femenina” (Espasa).
“En todo hombre hay un alma femenina y en toda mujer un alma masculina. Si no, no podríamos entender al otro. El mundo no es simplemente masculino, como lo hemos hecho hasta ahora. Creo que en mi caso se manifiesta en ese entender mejor a las mujeres, en que intento ver la realidad con ojos que no son los míos. Los hombres vemos el mundo muy gris, fosilizado, mientras que la mujer lo ve más dinámico. Las mujeres tienen cosas que a nosotros nos cuestan, por ejemplo, el atender a los detalles y el estar más por las personas, puesto que nosotros estamos más por las ideas que por las personas”.

El intelecto
Óscar Jaenada
Actor. Su última película es “Camarón”, de Jaime Chávarri.
“Sí, claro que sí tengo esa parte. No sólo por cuestiones ‘femeninas’, como la coquetería o el gusto por el orden, sino que tiene que ver con otros aspectos, con la tranquilidad, por ejemplo, o con el entendimiento de las cosas. Aunque es verdad que es difícil ver el lado femenino de un hombre, a no ser que sea afeminado. En mi caso, ese lado femenino no es muy destacable, muy patente, sino más intelectual. Creo que mujer y hombre sacamos conclusiones diferentes. Me considero femenino en la forma de intentar entender ciertas cosas. Eso amplía el campo, las posibilidades de comprender lo que te rodea”.

La vivacidad
Enrique Loewe
Presidente de la Fundación Loewe.
“No sólo la tengo, sino que además cultivo mi parte femenina. Intento imitar y desarrollar lo que admiro de lo ‘femenino’. Creo que es una actitud general, en todos los campos. No podría ser de otra forma, porque en primer lugar, tengo un ‘cinegeo’, mis tres hijas, y en la empresa siempre ha habido un componente femenino en gran abundancia; toda una escuela de vida. Esa agilidad, esa vivacidad, esa intuición y ese sentido práctico que he observado en las mujeres son virtudes que admiro y practico”.

La igualdad
Álvaro de Marichalar
Empresario y navegante.
“Yo no hago ninguna diferenciación entre masculino y femenino. Hay personas, simplemente. Las mujeres no son más sensibles ni más inteligentes. Los hombres no son más sensibles, ni más inteligentes. La mujer tiene que asumir su ser persona completo, los derechos y las obligaciones, algo que no ocurre en España. Una mujer no debería dejarse invitar nunca por un hombre, porque eso es una forma de compra que viene de una tradición que se basaba en que la mujer era inferior. No estoy nada de acuerdo con que yo tenga que conquistarlas. Hacer la primera llamada, por ejemplo. No hay que conquistar, en todo caso, la conquista es mutua”.

Detallismo
Enrique Rojas
Catedrático de Psiquiatría y escritor.
“La condición humana tiene aspectos masculinos y femeninos, lo que ocurre es que en el hombre están soterrados. El ‘alma femenina’ tiene en Occidente unos rasgos que se han desdibujado, como son una sensibilidad especial hacia lo psicológico, una mayor atención por los detalles, una especial captación estética o una mayor inclinación a lo afectivo. Todo esto, que es tradicionalmente femenino, se oculta en el hombre y se hipertrofia en el plano de la mujer”.

La dualidad
Fernando Sánchez Dragó
Escritor.
“Todos los hombres lo tienen, pero muchos no lo perciben. Lo mismo sucede, a la inversa, en el caso de las mujeres (aunque muchas de estas, ahora, en el mundo occidental están haciendo todo lo posible para aplastar e ignorar su lado femenino. Eso las conduce a la neurosis permanente). Necesitaría un libro para explicarme. Diré sólo tres cosas: 1. Me gusta ser ama de casa : limpiar, barrer, regar, fregar. 2. Me gusta sentir en el sexo lo que sienten las mujeres. Adopto a menudo, solo en la cama, el papel femenino (también el masculino, por supuesto). Llego, incluso, a ponerme, sólo para follar, lencería de mujer. 3. Busco, como Leonardo, el Androgino, que nada tiene que ver con el Hermafrodita”.

Seducción
Gonzo Suárez
Presidente de Arvirago Entertainment y responsable de “Commandos”, el tercer videojuego más vendido en el mundo en 1998.
“La división entre valores femeninos y masculinos responde a que, como mente organizada, necesitamos clasificar las cosas. Creo que si los comportamientos tradicionalmente atribuidos a la mujer los está asumiendo más el hombre, esto es fruto de la sociedad de consumo. Hay una crisis generalizada de papeles. Eso del hombre metrosexual no es más que un invento literario, pero refleja el hecho de que el hombre usa armas de seducción que han sido asignadas a la mujer. ¿Mi lado ‘femenino’? Lo utilizo cuando tengo que imaginar qué cosas le gustan a mi oponente sexual para la seducción”.

Imaginación
Antonio Tapia
Doctor en Medicina y Cirugía Estética.
“Biológicamente no hay ninguna duda: somos una mezcla del componente masculino y femenino. Aunque el porcentaje es difícil de determinar. Yo lo veo clarísimo: si no tienes un concepto especial de la estética difícilmente te puedes dedicar a mi profesión. Existe una relación muy importante con una forma de vivir la belleza. Si no tienes esa parte femenina de amor a la belleza, que creo que se da especialmente en la mujer, es imposible dedicarte a lo que yo me dedico. En cirugía estética tienes que tener lo que yo llamo ‘golpe de imaginación’, esa capacidad de ver qué le puede ir bien a una persona, cómo puede ser, y este imaginarse el futuro creo que es más característico de lo femenino”.

Costumbres
Mario Vaquerizo
Periodista. Actualmente es representante de Fangoria y Elsa Pataky.
“Para mí supone el tener un comportamiento enteramente heterosexual con mi chica y no por ello no reconocer que soy adicto a la mesa camilla, la prensa rosa, el verme más guapo con el ojo maquillado de negro, cuidarme el pelo, hablar en diminutivo, compartir muchas amistades femeninas y admirar la belleza física de hombres como Joe Dallesandro o Tommy Lee. Incluso rechazar la proposición de alguna chica porque no es de mi agrado 100%”.

Disposición
Juan y Medio
Presentador.
“No es que yo lo crea. Es que está empíricamente demostrado que todos los hombres lo tenemos. Lo que ocurre es que unos lo potencian y otros no. Y yo lo procuro. En una emotividad más compleja. En que intento tener una mayor variedad de sentimientos. En la capacidad de sacrificio. Y en tener en todo momento muy claro que soy inferior, y que para equipararme a ellas tengo que ser más mujer. Nos iría mejor, en todo, si los hombres tuvieran más disposición de mujer. El siguiente paso evolutivo del hombre es cuando sea mujer”.

Su “curro”
Alejandro Zaera-Polo
Director del estudio Foreign Office Architecs.
“Creo que es muy difícil sostener que uno tiene un único género. La parte más sensible, más paciente, son los rasgos que yo diría que son más ‘femeninos’ de mi personalidad. En lo profesional, es parte de la ética de la oficina que el desarrollo de proyectos no sólo responda a la voluntad de la directiva, sino que es un proceso de ‘edición’ de posibilidades, de ideas, que surgen desde abajo. Las ideas se van criando, se crían, no se imponen, algo más ligado a esa sensibilidad femenina. Creo que todas las empresas modernas han adoptado ese modelo de trabajo”.

El Mundo.es - Suplemento: Magazine
Setiembre 2005

Polémica por la Santa Muerte

El culto a la Santa Muerte en México -una imagen con el rostro de una calavera, ataviada con ropas femeninas, una guadaña en una mano y el mundo en la otra- es un fenómeno social que provoca polémica.

Sin embargo, a pesar de que el gobierno mexicano canceló en meses pasados su registro como asociación religiosa, los seguidores de la Santa Muerte continúan visitándola.

Imagen de la "Santa Muerte".
La "Santa Muerte" es un esqueleto con ropa de mujer, una guadaña en una mano y el mundo en la otra.
Su creciente devoción se ha nutrido de un variado sincretismo que entreteje las raíces prehispánicas con el catolicismo barroco español y algunos trazos de santería.

Según los especialistas en religión consultados por la BBC como Bernardo Barranco, "la base social del culto está integrada por personas de escasos recursos, excluidas de los mercados formales de la economía, de la seguridad social, del sistema jurídico y del acceso a la educación."

Su culto se ha extendido a tal grado que sus fieles no lo ocultan más y han puesto altares en la calle para que quien necesite su ayuda, pueda invocarla.

Este culto ha sido ligado por las autoridades y por la iglesia católica a la violencia cometida por el narcotráfico, la delincuencia común y la prostitución y uno de los lugares en donde se vive todo esto es en Tepito.

En esta zona marginal de la ciudad, es considerada la santa patrona y su imagen se reverencia en muchas de las vecindades de este lugar.

En compañía del escritor Homero Aridjis, quien ha dedicado parte de su trabajo literario a este fenómeno, BBC Mundo visitó otro altar dedicado a la "Señora", como cariñosamente le llaman. Está ubicado en Alfareros, una de las calles más peligrosas del barrio.

"Este culto responde a necesidades actuales que la iglesia católica no ha contestado, es una imagen que responde a las necesidades de los seres humanos de esta época, una época de violencia, de enorme inseguridad, de drogadicción, de crimen", asegura Aridjis.

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jueves, diciembre 22, 2005

El Paraíso en la otra esquina

Le preguntaron cuánto de inspiración había en sus novelas y el respondió: diez por ciento; el noventa por ciento restante es transpiración. Es, sin duda, una figura controversial pero no por la calidad o argumentación de sus obras sino por sus convicciones políticas, expresadas a veces con acritud, y por sus opiniones personales sobre la realidad que tan admirablemente retrata. Un importante sector de la población peruana lo mira con recelo y hasta lo rechaza y en los últimos 25 años se ha ganado fama local y mundial de derechista, conservador y liberal a ultranza. Todos saben quién es pero muy pocos conocen, en verdad, la profundidad y vastedad de su obra, la disciplina de hierro con la que ha sido construida y la honestidad profesional y personal que la sostiene.
Prolijo investigador y corrector infatigable, arma, primero, lo que él llama un magma, documento varias veces superior en volumen al que finalmente verá la luz. Visitas a los escenarios de sus historias, conversaciones interminables con los testigos de los hechos que va a narrar, análisis crítico y pormenorizado de una multitud de documentos alusivos y un trabajo personal de hormiga realizado con la puntualidad y la angustia de un asalariado, perfilan el gran borrador de cada una de sus novelas. Todo ello, sin descuidar, por cierto, las crónicas periodísticas, los ensayos literarios y sociológicos, las conferencias y discursos que tiene que pronunciar por doquier y hasta sus propias memorias que se van acumulando en libros que sus admiradores y detractores leen con inusitado interés. Marcado por el autoritarismo de su padre a quien llamó: ése señor, en El Pez en el Agua, ha exorcizado en sus novelas los demonios de toda su vida y lo ha hecho con integridad ejemplar, interpretando, como muy pocos en el Perú y en Latinoamérica, el drama y la frustración de un ser individual y colectivo que se mueve entre el amor y el odio, entre la perplejidad y el arrojo, entre la utopía y la desesperación. Ha escrito novelas memorables y ha dado vida a personajes que ya están en el alma y en la imaginería popular. No ha ganado el Nóbel este año y es probable que no lo gane nunca, a juzgar por el tinte político que este premio, en el área literaria, lamentablemente tiene. Sin embargo no hay escritor de habla hispana que lo merezca más que él. Desde sus primeros libros de cuentos hasta sus últimas novelas no ha hecho sino buscar con una tenacidad inquebrantable el paraíso en la otra esquina, seguro de que éste paraíso (al igual que todos) no está allá ni más allá ni en ninguna otra parte y con la firme convicción de que puede construirlo (pero no derribarlo), al menos una vez, con las milagrosas palabras.

Jorge Alania Vera

¿Para qué sirve un intelectual?

Los pensadores Horacio González, Nicolás Casullo y Eduardo Grüner participaron del primer debate organizado por Ñ y la librería El Ateneo y que fue coordinado por el crítico Marcos Mayer. Allí, a través de un diálogo abierto y encendido con el público, analizaron el papel de los intelectuales en la sociedad y en la política contemporáneas.
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- Horacio González:- —La palabra intelectual carga una disconformidad, una falta de tranquilidad íntima. ¿Soy un intelectual? Esa es una pregunta, para mí, indispensable. Interrogación y angustia, dos palabras que forman parte del quehacer del intelectual. Para mí es insoportable cargar la expresión "intelectual" y ser portador de las supuestas identidades que debiéramos sostener. Evidentemente, la palabra tiene esa carga conflictiva. Para mí, la idea de lo intelectual es un conjunto de tensiones, de problemas irresolubles en el horizonte de la vida contemporánea. Pero al mismo tiempo es algo más que eso, es la posibilidad de que una persona pueda decir cuáles son esos núcleos irresueltos, esas llagas, las cuestiones que no harían al mundo más feliz o de no ser dichas, no harían al mundo más justo. Es un decir necesario por su condición de inesperado por ser algo que no estaba en los planes de nadie reflexionar de tal o cual manera y, si es necesario incomodar, hacerlo ya que el intelectual tendría la palabra dislocada, la capacidad de decir las cosas en términos fracturados, agónicos, o decirlo en términos de romperse en el acto de hablar.

- Eduardo Grüner:- —Por otro lado habría que definir la palabra político porque, como hubiera dicho algún griego del siglo V antes de Cristo "políticos somos todos". Un político, si aspira a estar en el poder, tiene que estar tomando decisiones permanentemente. El intelectual, por supuesto que también las toma pero con otros tiempos, toma decisiones respecto de las palabras que usa, de los conceptos con los que quiere trabajar, de las ideas malas o buenas que él mismo genera, y ésas son decisiones a más largo plazo, que tienen la ventaja por sobre el político en que no tienen un efecto inmediato.

- Nicolás Casullo:- —En ese sentido yo no me escuché ni escuché hablar sobre el tema Cromañón, por ejemplo. No he encontrado un pensamiento interesante sobre ese tema. ¿Hay algo diferente a esta especie de sentido común donde hay una ordalía que habla de un asesinato que en realidad no lo es? ¿Hay algún planteo intelectual que haya puesto en discusión crítica la atmósfera con que se está planteando el tema. Sartre ya hubiera salido al cruce a decir algo que no hubiese gustado con respecto a este facilismo con que nosotros permanentemente nos situamos en las problemáticas y nos planteamos que así son las cosas.

- Marcos Mayer: —Este parece un momento en el que todo se quiere pasar por el tamiz del sentido común. La senadora Cristina Kirchner dice que la Justicia tiene que manejarse con el sentido común y se supone que hay ciertas reflexiones o ciertos dichos que lo ponen en cuestión. ¿Cómo se puede hacer funcionar el contra-sentido común?

Casullo:- —¿Qué hay que decir? ¿Quién se atreve? ¿Qué candidato de la Capital Federal podría decir que no puede haber una agenda que analice el drama de Cromañón, situado en el dolor de las madres? ¿Que no puede haber un planteo político que solamente esté situado en ese lamento? Esa sería la función de un intelectual, de alguien que reconociendo el dolor, el drama, se plantea una lectura de que nadie es inocente en esta sociedad, todo el mundo calla, todos se dejan llevar por las alas del sentido común, y todos se plantean para donde sopla el viento. Entonces, el político y los medios lo tienen que hacer porque con lo único que pactan es con aquel sentido común que los va a ver. Ahí es donde yo vería la posibilidad de un planteo del intelectual, de una conciencia crítica que comenta la pesadez del mundo y tiene la posibilidad de decirlo en términos discutibles, provisorios, relativos y cuestionables. Porque la palabra del intelectual es la más frágil, ya que nos podrían decir: "¿Y vos quién sos para venir a decir esto?" La palabra del intelectual es valiosa por la fragilidad con que está planteada, es un poder que se esfuma de las manos. En ese sentido yo reivindico totalmente la figura del intelectual pero me apena sentir que muchas veces el intelectual no está a la altura de los acontecimientos.

- Mayer: —Creo que los pueblos no esperan nada de los intelectuales. Hay una carencia enorme de intelectualidad. El vacío que nos deja el escenario intelectual lo cubre la sabiduría del pobre. Esa, para mí, es una sabiduría no intelectual.

Grüner:- —Siempre les hago a mis alumnos el mismo chiste: si uno cayera en la visión ilustrada o iluminista del siglo XVIII de que la cuestión pasa por la educación de las masas, del soberano, la cosa sería mucho más fácil. Uno podría aprenderse de memoria las obras completas de Freud y pensar que con eso dejaría de ser un neurótico. Sabemos que no es así, que es bastante más complicado. Hace pocos días leí con estupefacción cómo un periódico hablaba de Romina Tejerina y la comparaba con el caso de otra chica, Olga, que mató al padre que la había violado. Se habló de Olga y se dijo: "El otro caso Tejerina". O sea, es lo mismo una chica que mata a su hija, producto de una violación, que la otra que mata al padre que la había violado. Son dos realidades absolutamente inconmensurables. Me niego a ponerlas en la misma bolsa. Si en todo caso hay un papel tímido, simplemente interrogativo, balbuceante y tartamudo, que el intelectual puede cumplir, es el de estar permanentemente llamando la atención sobre estas falsas identidades, sobre esta igualación de lo que nunca puede ser igual, y presentarlo como problema que a lo mejor no tenga solución. La responsabilidad de que no pase este tipo de barbaridades es de la sociedad en su conjunto. Y el intelectual, como el arte en otro terreno, puede decir que "aquí hay un problema. No sé cuál es la solución. No es fácil de resolver. Pero hay que planteárselo."

- Mayer: —¿Tienen algún modelo de intelectual al cual tengan en especial consideración? ¿No piensan que la función del intelectual no es sólo incordiar o cuestionar sino también ayudar a reflexionar. ¿Esa es su tarea?

González:- —En determinados momentos estamos a la altura de un legado intelectual, y por eso mismo, la palabra termina siendo molesta. En la época de Emile Zolá, se inventó esa palabra, porque entonces se hablaba como ideólogos de quienes querían señalar el profundo desajuste de ese término. Creo que todos ensayamos los modelos de "ir al pueblo". Ensayamos todos los que sean necesarios hasta descifrar ese enigma de querer ir al pueblo y, al mismo tiempo, sentirse un poco como Aníbal Troilo con su frase magnífica: "alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio", y él niega haberse ido del barrio, pero inmediatamente afirma que siempre está llegando. De modo que, en ese estar siempre, habiéndose ido, o en esa llegada, que es la del que estuvo siempre, está presente esta relación con el sentido común, siendo y no siendo parte de él, es decir, del plano en que los problemas ya están conversados. Eso me parece que son problemas de índole intelectual. Y no hay ningún intelectual que lo diga porque no es necesario ponerle ese título, y sin embargo son los problemas del ir hacia otra cosa, del ir al pueblo. Y eso significa ser otro, transformarse en otro, y penitenciarse por no haber estado desde el comienzo en un lugar donde siempre se está llegando.Yo no veo, en este momento, y lo digo con pena, que la vida intelectual argentina tenga suficientes motivos para enorgullecerse. Y la vida política argentina está muy desnutrida de lengua, de texto. Es a-textual. No digo que sea iletrada, es a-textual, es decir, no tiene textos capaces de interrogarse a sí mismos y nadie piensa en ellos en las escenas políticas. Entonces, eso exige menos el auxilio de ningún intelectual que una profunda autorreflexión del país en todos sus cuadros culturales y políticos. Porque, finalmente, si los gobiernos persisten sin texto, evidentemente no veremos momentos interesantes y satisfactorios desde el punto de vista de una sociedad que se conoce a sí misma en términos de rigor y también de profunda angustia.

- Mayer: —Pareciera haber un lugar en la sociedad, para el intelectual. ¿Cómo deciden ustedes postularse para ese lugar?

Casullo:- —Diría que hay una intervención que está más allá de los saberes específicos. Blanchotte define al intelectual como aquél que opina lo inopinable. Pero creo que esa intervención condena al intelectual y al mismo tiempo lo reclama. Es decir, es cierto que en la Argentina la figura del intelectual es una figura no muy apreciada, no muy querida, ni por la política, ni por los grandes líderes nacionales, ni por los grandes caudillos que atravesaron nuestra historia, ni tampoco por una sociedad modernizada y hecha a golpes muy duros de una constitución económica muy fuerte. Podríamos decir que el intelectual en la Argentina siempre estuvo un poco a la intemperie. No estuvo muy defendido, legitimado ni muy legalizado. Más allá de un saber, el opinólogo, como también se lo llama muchas veces al intelectual hoy, aparece en columnas hablando de uno y otro tema, es una presencia que a mí me resulta necesaria de ejercer, en cuanto a una crítica intelectual, y también necesario de leer. Yo, permanentemente, busco, frente a cada una de las circunstancias históricas, la opinión de los intelectuales. Que no son muchos, que son pocos, que son fallidos, que algunas veces se reiteran, pero que, evidentemente, me estarían dando como un lugar más distanciado de orientación o de argumentación. En ese sentido diría que es como un resto, un plus a una tarea que uno ejerce, ya más bien en términos profesionales, y que implica, básicamente, en la historia moderna, la escritura; la escritura como elemento central de intervención.

- Grüner:- —El problema no es la comprensión, sino la producción de algo diferente. Digo, comprender se pueden comprender muchas cosas; y hacer comparaciones, como hacer cuentas, como recurrir a juegos lógicos, son todas ellas maneras legítimas de entender, o al menos poder circunscribir y organizar mentalmente lo que está sucediendo. En una época, la militancia o la participación política era una vía de entrada para pensar problemas más complejamente, para acceder a libros en los que uno no había pensado o no había escuchado nombrar. Era una vía de entrada y en muchos casos, una vía de salida, porque uno sabía que eso tenía un límite y que en algún momento, también ésos te iban a decir: —bueno, vos sos un intelectual, dejanos a los que sabemos de política hacer la revolución o lo que correspondiera en cada momento. La Argentina tiene una historia de intelectuales de una máxima importancia. Hay una tradición de ensayismo crítico implacable, no concesivo, en la Argentina, que va de Sarmiento a Martínez Estrada, de Alberdi al grupo Contorno, de Echeverría a David Viñas, que es extraordinariamente rica. Porque, en otros países, los intelectuales son profesores universitarios. Quiero decir: sólo profesores universitarios. Acá, lo somos además. Ahora, ¿qué significa esto, que es una condición, para ser un intelectual, irse de la universidad? No, no es una condición, se puede perfectamente y hay muchas menos trabas de las que el sentido común, desde afuera, cree encontrar. Se puede perfectamente hacer ambas cosas, moverse en esa ambigüedad, en ese intersticio conflictivo y hacerlo. ¿Por qué tenemos que caer en la condescendencia en el fondo peyorativa, hacia ese pueblo, de decirle las cosas fáciles?

- González:- —Un texto mueve. Es movimiento en la conciencia de las personas o en lo que cada uno se forje como ilusión del vivir. Por eso leo a personas con las que no estoy de acuerdo y leo al periodismo en general, porque debe haber algo que, en algún momento, suponga la expresión deslumbrante o chocante, y siempre novedosa, inesperada. El caso de Cromañón, por ejemplo, que uno lee con angustia lo que se ha escrito porque, efectivamente, salir del encierro que significa considerarlo una masacre o meramente una tragedia, supone que había que buscar en otro lado. Y uno ve con pena que se busca poco en otro lado, y ese otro lado, quizás, no apareció. Es una reflexión sobre la condición de las víctimas y cómo se las constituye. Y veo que inevitablemente eso supone un hablar. Por supuesto un escribir, pero supone una oralidad, supone una fruición retórica, que probablemente tenga que ver con un placer, también, ¿no? Supone vincular política a retórica, y no decir que expulsamos la retórica de nuestra consideración sobre el sujeto. Facundo de Sarmiento es uno de esos textos, en eso hay un acuerdo generalizado. Creo que El escritor argentino y la tradición de Borges es otro de esos textos, y en eso hay un acuerdo generalizado. En los 80 Ricardo Piglia escribió su célebre novela Respiración artificial diciendo cosas parecidas, es decir, quién sería el que se animase a constituir ese texto. Ese texto se suponía que era un texto de la época, como se dice; es decir, lo que nos hace congéneres, lo que nos hace prójimos, y también lo que nos hace víctimas, o críticos de las ideologías victimistas, como sea. En ese sentido, yo veo una ausencia de texto. El Manifiesto Comunista, lo escribió alguien y resumió quizás su propia obra. Pero las frases encarnan de otra manera. Las frases tienen cierta calidad de sentencia, cierta calidad de flechazo, cierta carnalidad, digamos, cierta corporeidad, o como diría nuestro amigo Viñas, cierta respiración. Es absurdo definir la literatura por el cuerpo, pero cuando eso se aproxima, las frases pueden memorizarse, pueden decirse como refutación, y eso me parece que no hay. Percibo que en el gobierno no hay interés en esa búsqueda. Eso lo percibo con preocupación. Percibo que en la situación argentina eso no está. Y debería estar. Y la ausencia de eso, de ese talismán es grave. Es grave que no aparezca como debate.

Revista Ñ

Patafísica, ¿para qué más?

Una palabra bastará para sanarse. Patafísica. No está incluida en el diccionario de los mortales ni es un tecnicismo enrevesado. Patafísica. Memorice el término. Incorpórelo a su respiración. Hágalo parte de sí. Es lo más loco y genial que haya parido la literatura. Alfred Jarry fue un francés nada convencional que satirizó la sociedad de su tiempo —esa misma sociedad que Proust caricaturizaría posteriormente— a través de la figura del padre (pére) Ubú, emblema de la monstruosidad y la ignorancia. Ubú, como muchos ya lo han señalado, puede ser uno de nosotros y esconder su amplia panza (¡cuernoempanza!) debajo de la nuestra. Pero, después de un siglo de constatar su amena existencia, ¿qué más se puede glosar sobre la patafísica? ¿Qué otra perspectiva se puede añadir a lo ya escrito, dicho, visualizado o gritado? “La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que simbólicamente confiere al lineamiento las propiedades de los objetos descritos en su virtualidad”. La patafísica está en Ubú e incluso antes que fuera enunciado. Para muestra un botón: ya en tierras americanas había patafísicos, como el autor del himno nacional uruguayo, Francisco Acuña de Figueroa, que a comienzos del siglo XIX compuso el poema experimental “Salve multiforme”, dirigido a la Virgen María. Dicho poema admite 95 mil 464 x 1057 lecturas posibles. Mucho antes de la disposición de la página en blanco de Mallarmé y los caligramas de Apollinaire. Rostros trinos Así nos va. La patafísica es creación a partir de otra creación, lenguaje hecho de reminiscencias; e impregnada en el resto de la obra literaria de Jarry y sus sucesores, lo que a su vez le devuelve aristas de distintas reverberaciones significativas. Jarry, Ubú y Faustroll son el rostro de una trinidad que invoca a la disonancia, la etimología, lo lúdico y la risa como únicas devociones que deben ser tomadas seriamente. Porque, como diría Julio Cortázar, citando a Man Ray, “lo serio y lo no serio son lo mismo”. Esto es la suprema aspiración poética de Jarry: llegar a un punto en que lo uno y lo otro son efectivamente correspondientes, y se reconcilian. “Mierdra” —la primera frase profesada por Ubu— y absoluto, lo profano y lo sagrado, el amor y la obscenidad, la vida y la obra se separan y se fusionan por principios de atracción y negación. Hacia la búsqueda de estos principios se orienta los buenos oficios de la patafísica, hecho de excepciones que constituyen “la” ciencia. Descabellado, puede ser, por lo que ello implica: una constante subversión de los fundamentos simbólicos e ideológicos de la tan mentada “realidad”, de ese compuesto proteínico que los periódicos y la televisión recomiendan para el fin de semana. La desmitificación del arte —de la literatura, en particular— y la entrega total a los poderes de la imaginación y la voluntad lúdica son los indestructibles baluartes de la patafísica. Muchas tendencias literarias y artísticas actuales no se hubieran podido desarrollar en nuestra época sin el valioso aporte de Jarry y sus sucedáneos: dadaístas, surrealistas, el denominado “teatro del absurdo”, la transvanguardia. El Colegio de Patafísica se fundó en 1950 gracias un grupo de sátrapas trascendentales y eximios curadores que prosiguieron el legado ubuesco, como Louis Irinée Sandomir, el barón Mollet, Jacques Prévert, Raymond Queneau, Georges Perec, Max Ernst, Noël Arnaud, Boris Vian, Eugène Ionesco, Alphonse Allais, Henri Salvador e Italo Calvino. Muchos de ellos formarían también el Oulipo. Hasta la “ciencia de lo particular” influye en algunos postulados del psicoanálisis lacaniano. Por otro lado, es precursor de los discursos anarquistas que inspiraron la movida punk a fines de la década de 1970. Incluso el padre Ubú fue tomado para bautizar grupo new wave estadounidense del mismo nombre. En un valioso artículo, Michel Arrivé ha explicado mejor que nadie los orígenes de aquella intuición que Jarry, en Gestos y opiniones del doctor Faustroll, denomina “la ciencia de las soluciones imaginarias”. En ese sentido, uno puede realmente valorar la verdadera trascendencia de una corriente fundamental de la literatura contemporánea. No nos engañemos: durante muchos años se le pidió a la literatura, sobre todo a la latinoamericana, ejercer una función eminentemente política: mostrar un mundo de ficción que abordara los problemas reales y concretos de nuestro continente. Sin embargo, aplicar este imperativo a toda la literatura escrita —y ejercer juicios de valor a partir de este criterio— se nos antoja como un precepto estalinista. Pues bien, la patafísica nos muestra que otra literatura, sin necesariamente romper palitos con la anterior, sino simplemente invirtiendo los paradigmas en sana simbiosis, es posible y, más aún, necesaria. En una época en que los escritores cerraban filas en torno a una ideología determinada, derecha o izquierda (la violación que no cesa, siguiendo a José Adolph), las combinaciones poemáticas o narrativas se asemejan a las dosis de aire o luz requeridas para un claustrofóbico.
De la “seriedad” La “señora seriedad” —así le llamaba Cortázar en La vuelta al día en ochenta mundos, ese magnífico corpus patafísico en castellano— se ha encargado de hacerle malas pasadas al arte y la literatura en general. Así, para esta inflexible señora, como para Jorge de Burgos, una obra de arte no debe hacernos reír, sino obligarnos a meditar sobre la falible condición humana. Como si se tratara de un catecismo. Aclaramos, de paso, que no confundimos rigor con seriedad: son dos cosas diametralmente distintas. Hasta para contar un chiste o hacer un gag hay que ser riguroso (verbigracia, Buster Keaton). Pero el humor parece tan lejano a nuestras letras como una estrella sideral. No hablamos de las bufonadas o de la ternura nostálgica, también cara a ciertos escribidores. Nos referimos aquí de un auténtico compromiso con la inutilidad, la inversión carnavalesca de los valores entronizados como verdaderos y eficaces por esta racionalidad instrumental, tormento nuestro de cada día. Pero la papal dama es incapaz de ver más allá de donde terminan sus pesados y angurrientos lentes. Ella es la policía del llamado “buen gusto”. Ella censura, corta, enfrenta, ningunea, escribe manuales del buen comportamiento. Ella eleva los imponderables generales por encima de los nimios estorbos particulares. Sin embargo, al ser conocimiento de lo estrictamente particular, de lo accidental —lo cual contrasta con el discurso científico convencional—, la patafísica se cierne sobre relaciones invisibles para el hombre común y silvestre, sometido a la cosificación instrumental, la banalidad consumista. La patafísica irrumpe, a veces de manera estruendosa, para acabar con los pensamientos únicos que pretenden ofrecerle a la vida una linealidad coherente. La patafísica es continuidad, es creación y destrucción de las formas por el azar y la risa; es aceptación sin vergüenza de nuestro lado grotesco, es decir, la caricatura que pretendemos ocultar de nosotros mismos con aquellos inseguros mandatos de la sociabilidad. ¿Podemos establecer una tradición así? ¿Es posible plantearla en medio de una cultura autoritaria como la nuestra, que tiende más a la socarronería y la criollada: estrategia inconsciente de reducción a la mínima expresión del otro? Creemos utópicamente que sí. Reivindiquemos nuestro derecho a reírnos con nuestro arte, con nuestra literatura, con nuestra poesía. Alejémonos, al menos por un momento, de esa gravedad con que situamos a las obras artísticas y otras dimensiones de la vida del hombre. El arte no se ha hecho sólo para revelar, sino también para entretener (pero sin chabacanerías, tampoco somos broadcasters de TV; nada más antipatafísico que esto). No pretendemos encontrar tan sólo la “verdad”, sino reivindicar aquello que T.S. Eliot reclamaba para la poesía y la literatura por extensión: la capacidad de poder descubrir en la experiencia humana verificada en el arte la posibilidad del divertimento, del juego, del solaz. He ahí el carácter netamente subversivo de la experiencia artística.

Razones inútiles Pues de eso se trata. Jarry concibió a Ubu a partir de una inocentona broma infantil y de sus chanzas con los compañeros de un colegio al sur de Francia. Asimismo, los honorables miembros de esta revista acordaron hacer un dossier al respecto para saludar una de las literaturas más inventivas de todos los tiempos. Nuestro oficio es, qué duda cabe, leve, pero no lo abordamos ni lo abordaremos, en esta ocasión, con los bolsones de las caras adustas ni con las machaconas citas a pie de página. Al contrario, incluso hemos dejado de lado sesudos artículos que pretendían hacer un estado de la cuestión. Por ello, confeccionamos un especial temático que aborda diversos aspectos —oh cráneo esférico— de la más curiosa de las disciplinas científicas. Debido a cuestiones de dinero y tiempo, no hemos podido conseguir un traductor idóneo del francés, lengua que, por razones educativas, desconocemos en sus sintaxis y paráfrasis. Por eso acudimos a la buena fue de nuestros patafísicos amigos que residen en el exterior y pueden empaparse con mayor facilidad que nosotros de las costumbres extranjerizantes. Desde esta tribuna, agradecemos mil las colaboraciones de Alejandro Neyra, el amigo que, como en su cuento casi autobiográfico, ha conseguido las joyas de la corona: traducciones del original de algunos textos sobre el Colegio de Patafisica, el Oulipo y nada más y nada menos que algunos apuntes acerca de la ouvre de Georges Perec, uno de los narradores más influyentes y decisivos de los últimos tiempos. Señores, sólo nos queda disfrutar la exquisitez de los platillos. La mesa está ampliamente servida. _________________________________________________

Para citar este documento: http://www.elhablador.com/stagnaro1.htm

miércoles, diciembre 21, 2005

Enigmático Mozart

La cambiante imagen del músico sigue siendo esquiva a casi 250 años de su nacimiento. Hoy crece la industria en torno a su figura y son varias las preguntas sobre su vida. ¿El niño prodigio era ayudado por su padre? ¿Lo acosaron las deudas? Lo cierto es que Mozart sigue definiendo con gran precisión nuestra época: su música también vislumbra la serenidad sin alcanzarla nunca.
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Más de medio millón de personas recorre todos los años las calles angostas que conducen al lugar de nacimiento de Mozart, el tercer piso de una casa medieval de la Getreidegasse. Es de alguna manera una visita obligada.

Al subir las escaleras, y una vez que se deja atrás la artificiosa "cocina de Mozart", se llega a la sala en la que se exhiben fotografías de partituras firmadas y primeras ediciones. Ahí se pueden ver algunas reliquias sentimentales, como el pequeño violín infantil de Mozart y un presunto mechón de pelo del músico. Se pueden escuchar los hechos y las ficciones de Mozart, profundamente entrelazados, que los guías cuentan en una cacofonía de lenguas.

Hay elaboradas historias sobre las proezas juveniles de Wolfgang en el terreno de la composición, algunas adivinanzas absurdas sobre el lugar de la habitación en que nació, y también objetos: su caja de tabaco, una billetera, botones de una de sus chaquetas. Hay un par de trabajos artísticos que siguen siendo elocuentes, como el retrato inconcluso de Mozart al piano, de Joseph Lange, que, más que cualquier otra descripción, nos permite vislumbrar el lado oscuro de su intensa personalidad. Lamentablemente, están ubicados junto con malas reproducciones de otros retratos familiares.

Lo que queda son copias, fotocopias y facsímiles, como si no tuviera importancia porque nadie podría notar la diferencia.

Su lugar de nacimiento es una metáfora del tumulto y las contradicciones que rodean a Mozart a medida que se aproxima el 250ø aniversario de su nacimiento, que tendrá lugar en enero: la estridencia de afirmaciones en un sentido y en el contrario, el examen de datos biográficos, la combinación de admiración genuina y explotación y, por sobre todas las cosas, la confusión de hechos demostrables, hipótesis tentativas, mito y ficción absurda. En la actualidad, Mozart es un gran negocio, y la ciudad de Salzburgo —que espera que más de la mitad de sus ingresos turísticos multimillonarios procedan de la industria de Mozart— es la primera en admitirlo.

La paradoja es que durante mucho tiempo Salzburgo borró a Mozart de su historia. Si bien se erigió una estatua en 1842, no fue sino hasta 1880, casi un siglo después de su muerte, que se creó un museo en su lugar de nacimiento. El Mozarteum, una fundación dedicada al legado del compositor, compró la propiedad en 1917, y las exposiciones fueron creciendo, sobre todo a partir del segundo centenario de su nacimiento, en 1956.

Hace poco, la industria de Mozart hizo una fuerte apuesta a la permanencia del músico en el poder. Cada vez que alguien compra una taza de Mozart, tarjetas o velas con su figura en el museo de su lugar de nacimiento, contribuye a solventar la reconstrucción de una notable "nueva" casa de Mozart.

La Mozart Wohnhaus, o casa de Mozart, donde la familia vivió a partir de 1773, está ubicada del otro lado del río, en la Makartplatz. El Mozarteum había empezado a convertirla en museo en la década de 1930, pero fue bombardeada en 1944 y luego se construyó un edificio de oficinas en el predio. El Mozarteum se endeudó para reunir el millón de dólares que necesitaba para comprar el terreno, demoler el edificio de oficinas y reconstruir finalmente la casa.

De modo que ahora hay en el lugar un nuevo centro dedicado a Mozart, que cuenta con un museo audiovisual y un espacio seguro para la conservación de manuscritos. Espera atraer visitantes a la ciudad vieja. Es un riesgo, ya que Mozart no siempre fue el compositor más popular del mundo, aunque es cierto que por ahora parece serlo.

El Mostly Mozart Festival, que el jueves inicia su 39ø temporada en el Lincoln Center, sigue llenando salas, al igual que su versión londinense más reciente del Barbican Center. En momentos en que la venta de CDs declina, Mozart sigue teniendo éxito en disco, así como en la web. Se desarrolló una gran industria cuasi científica sobre la dudosa asociación de Mozart (y la música clásica en general) con el desarrollo mental infantil.

¿Pero es el Mozart que veneramos el verdadero Mozart? De hecho, ¿queda a esta altura algún verdadero Mozart? Existe una actitud muy sentimental que se arraigó en las primeras décadas posteriores a su muerte. En lo que ahora parece un intento de establecerlo como genio, la biografía de Mozart se transformó. El compositor esmerado se convirtió en el artista inspirado; el artesano a sueldo se convirtió en el creador de espíritu libre. Y también está por otro lado Mozart como eterno niño: ¿de dónde diablos salió eso?

En una declaración apócrifa en su lecho de muerte, que hizo su primer biógrafo, Franz Xaver Niemetschek, se le hizo decir a Mozart: "Ahora debo abandonar mi arte, tal como antes me liberé de la esclavitud de la moda, me aparté de los especuladores y obtuve el privilegio de seguir mis propios sentimientos y componer con libertad e independencia lo que me dictara el corazón".

Eso resumía todo lo que los románticos esperaban de un compositor y que Mozart no era. Había dedicado buena parte de su último año a la composición de dos óperas por encargo que estaban destinadas a circunstancias de interpretación muy diferentes, así como a profundizar en danzas que formaban parte de su trabajo en Viena. No podemos saber con seguridad si "componer con libertad" es un concepto que Mozart pueda haber entendido o deseado. Todo indica que anhelaba que lo necesitaran y lo apreciaran: que le pidieran que compusiera música y hacer gala de su habilidad interpretativa.

Sí, quería que al público le gustara su música, y que demostrara con su atención que le gustaba. Sí, quería que su música superara la de todos los demás. Pero no hay pruebas de que compusiera para algún futuro remoto.

Como parte de la tendencia desmitificadora que caracterizó a la última parte del siglo XX, la investigación moderna reveló hechos que cuestionan la historia de Mozart como prodigio. Hasta que Wolfgang Plath estudió la letra manuscrita de las partituras, no sabíamos qué porcentaje de los primeros trabajos había escrito (¿o editado? ¿o compuesto a medias?) el padre de Mozart, Leopold. Mucho se dijo de la admisión de Mozart en la famosa Academia Filarmónica de Bolonia a los catorce años de edad, pero los documentos que quedan indican que su composición de ingreso fue objeto de innumerables correcciones.

En su intento de demostrar que su hijo era un genio, Leopold pronto lo convirtió en un compositor presentable. Pero Christoph Wolff cuestionó que Mozart fuera a los quince años tan buen compositor como Mendelssohn.

Mozart aprendió de la música de otros, y lo hizo de forma brillante y con una velocidad asombrosa. La presentación que hizo Leopold de sus primeros trabajos se basó sobre todo en su deseo de impulsar la carrera de Wolfgang, y toda "ayuda" que haya podido darle sin duda fue producto de su generosidad. Pero luego Mozart superó las expectativas de su padre y siguió su propio camino musical y personal, lo que generó grandes tensiones en la relación entre ambos.

La investigación también reveló nuevos datos sobre el método de trabajo de Mozart. La importante hipótesis de Alan Tyson, producto del estudio de las partituras de Mozart, es que a veces empezaba trabajos, los abandonaba y los completaba más tarde, seguramente por algún encargo. Muchos fragmentos prometedores quedaron inconclusos.

No se puede descartar un bloqueo creativo pero, dada la fecundidad de las ideas de Mozart, no parece probable. Un rápido rechazo del material de segundo orden parece más plausible: Mozart debe haber sido su crítico más exigente, ya que no había nadie a su alrededor que entendiera realmente su música. De modo que es posible que comenzara piezas, jugara con algunas ideas, luego decidiera que no funcionarían y más tarde las abandonara. Esos esbozos que Mozart hacía al componer son fascinantes, y algunos son excelentes. No son tantos como los de Beethoven, incluso si se piensa que desechó muchos, pero bastan para rebatir la idea de que Mozart siempre escribía piezas completas y de un tirón.

El hecho de que guardara tantos fragmentos, sostiene Neal Zaslaw, indica que pensaba retomarlos en un futuro. En esos esbozos, se comprueba que trabajaba haciendo complejas combinaciones, delineando secuencias y probando melodías.

Sabemos que, sobre todo como pianista, interpretaba obras que se le habían ocurrido pero que nunca escribió. Sin embargo, los esbozos también demuestran que los momentos cruciales necesitaban preparación y trabajo. Ese era sin duda el "trabajo largo y laborioso" al que Mozart se refería en la dedicatoria de seis cuartetos a Haydn, un compositor con el que podía hablar de igual a igual.

También se demitificaron las finanzas de Mozart, y se demostró que probablemente ganaba mucho más que lo que creíamos en Viena y que finalmente no era tan pobre como se decía. Pero si ganaba tanto más, ¿a dónde iba el dinero?

Sin duda la vida de compositor independiente y maestro que hacía, era una vida cara. Tenía que asistir a reuniones sociales, vestirse de forma adecuada y mantener cierto nivel de vida.

La enseñanza no le aseguraba una forma de vida, si bien Wiebke Thormahlen destacó que sus acuerdos con alumnos daban muestras de un fuerte sentido comercial: acordaba una serie de clases, de modo tal de cobrar "independientemente de los caprichos semanales de una dama". Sin duda le faltó el dinero: sus famosas cartas suplicantes a Michael Puchberg sobrevivieron. ¿Tal vez escribió muchas más, dirigidas a otras personas?

¿Y qué pensar de las pruebas que se descubrieron en la década de 1990 acerca de que en el momento de la muerte de Mozart su protector, el príncipe Lichnowsky, le había entablado una demanda por dinero que el compositor le debía? La demanda de Lichnowsky apareció de forma misteriosa, pero sugiere que bien podría haber otros acuerdos financieros y problemas de dinero de los que nada sabemos.

A partir de 1991, el hiperactivo segundo centenario de su muerte, la investigación sobre Mozart siguió —ya sin tanta publicidad— revisando nuestras ideas sobre partes importantes de su producción. La interacción de Mozart con la cultura de las ciudades en las que trabajó fue objeto de gran atención y abarcó no sólo el plano instrumental, sino la cultura local, la influencia de determinados cantantes, el desarrollo operístico, etc.

Hay una actitud mucho más fructífera que el simple análisis de la interacción de biografía y composición, que había sido la forma habitual de describir la motivación de Mozart. (Esta última da lugar a muchos problemas: si escribió intensos trabajos como consecuencia de la muerte de su madre, ¿por qué Una broma musical tras la muerte de su padre?)

En nuestra época, en que la idea de progreso musical se derrumbó y los oyentes aprecian un espectro musical mucho más amplio en términos cronológicos y geográficos, Mozart sigue siendo famoso. ¿Durante cuánto tiempo más?

Podría pensarse que el apogeo de su fama correspondió al período del segundo centenario de su vida, de 1956 a 1991. Sin embargo, a medida que se acerca el próximo período aniversario, de 2006 a 2041, no hay indicios de que Mozart haya perdido importancia entre los compositores. Sigue llegando con gran precisión al fondo de nuestra época, a nuestra incertidumbre emocional, a nuestra capacidad para vislumbrar la serenidad sin alcanzarla nunca.

Uno de los mejores resúmenes de las paradojas de Mozart sigue siendo el profético ensayo de 1956 de Donald Mitchell: "Lo que asombra, y a veces confunde, es la ágil síntesis de Mozart (...) su ambigüedad esencial. (...) Mozart explora esos profundos confines del espíritu humano en que los opuestos son idénticos".

Para 1991, el autor que más hizo por contar la historia de Mozart a nuestra generación, H. C. Robbins Landon, consideraba que el compositor se había convertido en algo casi apocalíptico: "la mejor excusa para la supervivencia humana que hayamos encontrado, y tal vez, después de todo, una leve esperanza de supervivencia perdurable".

El núcleo de la cambiante imagen de Mozart sigue eludiéndonos. Pero la música continúa hablando con gran fuerza después de más de dos siglos, y eso, pensamos, podría satisfacer a un hombre que conocía el valor de lo que creaba.

Nichola Kenyon.

Sobre lenguas y conquistas

El investigador francés Louis-Jean Calvet sostiene que la lingüística ayudó a justificar las conquistas imperiales. Idiomas como el francés, el español y el inglés fueron usados para consolidar el dominio global.
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En los escombros de la ex Yugoslavia se está librando una nueva batalla. Es parte de una guerra diferente, sin armas pero de un alto belicismo al fin. Es la guerra por la identidad, por aquella que construye la lengua. Serbios, bosnios, croatas pueden entenderse perfectamente después de vivir décadas con el serbo croata como idioma oficial. Sin embargo, cada uno de los países que componían ese conglomerado hoy vuelve a hablar su antiguo idioma: el serbio, el croata, el bosnio, etcétera. Hay un deseo de recuperar la lengua despojada y apartada por un intento totalitario de igualación cultural que contribuyó al desmembramiento atroz y violento de los 90.

Pero ése es sólo un ejemplo de las luchas suscitadas en torno al dominio de una lengua sobre las otras. Obviamente es el idioma inglés el que en la actualidad ejerce su dominio por encima de los otros pero hubo otros que fueron iguales de poderosos, cada uno en un momento histórico definido. "La diversidad lingüística es una condición con la que tenemos que convivir, pero el respeto por las lenguas originarias es la condición para que idiomas como el español o el francés sigan existiendo ante el avance diario del inglés a nivel internacional", dice el lingüista francés Louis-Jean Calvet desde París. Es la opinión de alguien que desde hace más de tres décadas ha investigado la dominación lingüística como parte de la dominación política.

En 1974 Calvet publicó en su país Lingüística y colonialismo, un libro que mostraba de qué modo el estudio de las lenguas había establecido escalones, castas, podios en los que se situaban las lenguas dominantes y dominadas y que había servido como apoyo cultural a las campañas coloniales a lo largo de la historia. La obra se tradujo a varios idiomas, incluyendo el español, pero recién ahora llega a nuestro país (Fondo de Cultura Económica).

Calvet es profesor de sociolingüística de la Universidad de la Sorbona de París y autor de Pour une écologie des langues du monde y de Las políticas lingüísticas. Además escribió una completa biografía de Roland Barthes y la Historia de la escritura, entre otros. Su libro Lingüística y colonialismo llega 31 años después de su versión francesa y con una traducción diferente a la que se conoce en España. ¿Pero es acaso un libro viejo?, ¿Pudo la globalización descalificarlo como perimido y vetusto? "Todo lo que dice el libro sobre el análisis histórico de las relaciones entre discurso colonial y discurso lingüístico, entre prácticas coloniales y prácticas lingüísticas, no envejeció, por lo menos eso creo. En cambio, los que eran países colonizados tienen treinta y un años más de independencia. Y no hicieron gran cosa por la defensa y la promoción de sus lenguas. Mi libro, al tiempo que un análisis científico, era también un libro militante, un llamado a la acción. En ese sentido, tuvo poco efecto, ya que vemos que Timor oriental adopta por lengua nacional... ¡el portugués!".

Calvet intenta demostrar que la lingüística ha estado al servicio del colonialismo y que el esquema evolutivo de las lenguas es profundamente eurocentrista. Fueron el español, el portugués, el francés y definitivamente el inglés, los idiomas que ejercieron su poder por encima de lenguas a las que en muchos casos condenaron como dialectos. En el inicio de los tiempos se calificaba de bárbaras a todas las lenguas con excepción del latín y del griego. A ellas podía sumarse el hebreo solamente por su antigüedad y también porque se la consideraba una lengua sagrada inspirada por Dios.

Pero los estudios lingüísticos de las lenguas de las colonias fueron detonantes para enmarcar y congelar lenguas masivas en dialectos. Calvet dice que cuando Maurice Delafosse estudió las lenguas del antiguo Sudán sostuvo y diseminó la idea de que las lenguas bambare, malinke y el diula son dialectos de una lengua, el mande, de las que habrían surgido. Esta hipótesis podría ser correcta, pero, pregunta Calvet: "¿por qué no conceder el nombre de lengua más que al mande, desaparecido desde hacía tanto tiempo? ¿Por qué no detenerse en la relación entre mande y bambara y, por otro parte, entre bambara, malinke y diula, del mismo modo que en la relación entre latín y francés, español e italiano?".

La respuesta a estos interrogantes es que los idiomas francés y bambara han tenido tratamientos diferenciados por la cultura europea, la dominante de las culturas africanas. Calvet ennumera: el francés se escribe, el bambara no; el francés es el idioma de un pueblo de larga tradición cultural, el bambara no; y por último "el francés es el idioma del colonizador blanco, el bambra el del colonizado negro". Este último punto resume la diferencia sin solución de la relación entre lengua y dialecto.

Y aunque el continente vivió su revolución al cortar lazos políticos con los países centrales la situación cultural no cambió con la descolonización: la lengua de los conquistadores sigue siendo la lengua del Estado, la de la escolarización, lo que ha reforzado en todo sentido el poder las lenguas coloniales.

Los procesos de migraciones del siglo XX multiplicaron los lugares de conflicto y se generaron nuevos escenarios de la tensión lingüística en las principales ciudades del mundo adonde arribaron ciudadanos del mundo empobrecido. Inglaterra, Francia, Alemania, España, Estados Unidos, Italia son países donde se viven estos conflictos generados por los choques de lenguas: la del nativo contra la del inmigrante, que a su vez suelen generar nuevos espacios idiomáticos. "En esos países hay una gran ignorancia respecto de las lenguas de los inmigrantes, así como sobre las lenguas endógenas, pero no es una cuestión racista pero sí de indiferencia. Lo mismo ocurre en América latina en relación con las lenguas indígenas, excepto tal vez en Paraguay. Al mismo tiempo en Francia se aprende cada vez más chino, árabe, japonés y español".

A partir de la segunda mitad del siglo XX, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la preponderancia del inglés por encima de otras lenguas se hizo evidente. La globalización lo impuso como el idioma de la economía, la política y también se impuso en el mundo de la cultura. Sobre esta última área el mercado de las traducciones muestra la imagen perfecta de esta preeminencia. En los Estados Unidos y en el Reino Unido, menos de un 5% de las obras publicadas son traducciones; en Francia y Alemania este número ronda el 12% mientras que en España e Italia llega al 20%. "Esto significa —dice el sociólogo brasileño Renato Ortiz en su libro Mundialización: saberes y creencias—, que cuanto más central es un idioma en el mercado mundial de bienes lingüísticos, menor es la proporción de textos traducidos a él. El corolario de este axioma es que las traducciones entre lenguas periféricas se vuelven cada vez más difíciles, pues deben pasar necesariamente por el vernáculo mundial".

Calvet sostiene que en el modelo gravitacional propuesto el inglés es la lengua pivote, hipercentral, en torno de la cual gravitan una decena de lenguas supercentrales (español, francés, chino, hindi, etcétera) que son a su vez el pivote de gravitación de lenguas centrales. "Ese modelo nos permite ver el aspecto lingüístico de la globalización, y desde ese punto de vista el inglés es la lengua ''global'', lo cual no es necesariamente algo bueno para esa lengua. Se está diluyendo".

La hegemonía del inglés la sufren hasta los canadienses francoparlantes. Todos ellos hablan inglés, pero no todos los angloparlantes hablan francés en un país que se supone bilingüe. "No se trata de un falso bilingüismo, sino de un bilingüismo de sentido único. En Canadá se aplica el principio de la personalidad: todo ciudadano tiene derecho a su lengua (inglés o francés) en todo el territorio. Así, en Quebec o en Nueva Brunswick, los francófonos pueden ser dominantes, pero en otros lugares son minoría. En el ámbito gubernamental, sin embargo, tienen derecho a exigir que se les hable en su lengua. Pero, alguien bilingüe de Nueva Brunswick por lo general tiene el francés como primera lengua, mientras que un anglófono rara vez es bilingüe. Es una de las manifestaciones del poder".

Las formas del racismo moderno o de la dominación toman diferentes caminos. Por ejemplo, el acento suele ser tomado como objeto de burla no sólo en los países centrales sino también en los periféricos. Calvet cuenta que "en Egipto, se burlan en la tv de los habitantes del sur; en Marruecos del acento de los bereberes y en América latina de la forma de hablar de los argentinos..." Además, es algo habitual el menosprecio por las tonadas de los habitantes del interior de nuestro país, por ejemplo, en las grandes ciudades.

Y en el horizonte de esta polémica aparece la preservación de las lenguas. La pregunta obligada es qué hacer para protegerlas, para defenderlas del acoso del inglés. Concluye Calvet: "Es un tema complejo. Sin duda no hay que liquidarlas, hacerlas ''morir''. Pero las lenguas no son focas ni ballenas que debamos proteger como especies en riesgo de extinción. Yo trabajo en el ámbito de las políticas lingüísticas y tengo un principio: ''Las lenguas están al servicio de los seres humanos, y no a la inversa.'' No estamos al servicio de las lenguas. Pero si éstas nos son útiles, incluso por razones exclusivamente identitarias, entonces hay que protegerlas".

Héctor Pavón